Vlad
Tepes un príncipe muy sanguinario
Vlad
Tepes el príncipe de los Cárpatos
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A mediados del
siglo XV, el Imperio Otomano fue
extendiendo su sombra hacia los Cárpatos.
Vlad Dracul II, perteneciente a la Orden del Dragón y príncipe de
Valaquia, fue apoyado por los húngaros ante la amenaza de los turcos. Tras el
poco éxito en las campañas tuvo que entregar a los otomanos a su hijo, Vlad Tepes, como rehén.
Con solo trece años, Vlad Tepes fue adiestrado por el sultán Murat II, hecho que para muchos historiadores debió de marcar su vida. Incluso se asegura que muchas de las técnicas de tortura que posteriormente utilizó Vlad III fueron aprendidas en su época junto a los otomanos.
A los cuatro años
abandonó las filas musulmanas y al tiempo consiguió
llegar al poder. La tradición popular, un sinfín de documentos escritos e
incluso algún lienzo confirman que fue un dirigente que gobernó con mano dura y
no dudó a la hora de torturar y masacrar
a sus rivales o a su propio pueblo.
Más adelante, y
tras una fuerte ofensiva de los turcos, tuvo
que huir hacia Hungría. Allí el rey
húngaro le negó el asilo y lo hizo prisionero, pero un tiempo después el mismo
rey lo liberó y lo puso al mando de un
ejército, para ayudarle en la lucha contra los otomanos con el fin de
recuperar Valaquia para su reino. Vlad Tepes logró conquistar de nuevo el
principado, pero al cabo de unas semanas fue de nuevo capturado por los turcos,
quienes le cortaron la cabeza y la
llevaron victoriosos a la capital del Imperio.
Se dice que fue
enterrado en un monasterio, pero por petición de un religioso, que no quería a
semejante personaje en un lugar sagrado, sus restos fueron exhumados y llevados
a algún lugar desconocido. Su tumba fue profanada y, en su lugar,
solo aparecieron unos huesos de animales.
Autor| AntonioPascual García
Vía| Vlad
Tepes
Imagen| Vlad
Tepes
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