Existen
multitud de restos arqueológicos que están relacionados con la vida de Jesús de
Nazaret
Huesos del talón derecho del crucificado Yeochanan |
Hace pocos días, informábamos de que unos arqueólogos habían localizado en Nazaret una casa del siglo I en la que pudo criarse Jesús. Como era de esperar, fueron muchas las críticas que se vertieron sobre esta hipótesis porque no es científico poner “apellidos” a los hallazgos arqueológicos sin ser probados empíricamente.
No
es el primer descubrimiento,
claro está, que se relaciona
directamente con la vida de Jesús de Nazaret. Hay otros restos que, de
forma más o menos creíble, tratan de atestiguar algunos de los pasajes que los
evangelistas narran en el Nuevo Testamento.
Restos de la supuesta casa del apóstol Pedro |
En 1906, se encontró
en Cafarnaún los restos de una iglesia bizantina octogonal, fechada en el siglo
V d. C., que era conocida desde antiguo como “la casa del príncipe de los Apóstoles”. Se siguió excavando entre
1968 y 1985, por unos arqueólogos franciscanos, y se detectó una iglesia-casa
del siglo IV debajo. A su vez, ambas construcciones se encontraban sobre una
sencilla casa con patio del siglo I a. C., que fue asociada al apóstol Pedro. Se basaban en que, sobre el estuco las
paredes, se garabatearon en el siglo II d. C. una serie de invocaciones cristianas
en arameo, hebreo, griego, latín y siríaco.
Inscripción en la que se nombra a Poncio Pilato en Cesarea del Mar |
En 1962, por otro
lado, unos arqueólogos italianos detectaron en las ruinas del teatro de Cesarea
del Mar una inscripción que nombraba
directamente a Poncio Pilato. La lápida resolvió la controversia que
existía en torno al título y al cargo exacto de Pilato. Según el texto, este
personaje era prefecto y no procurador romano: “el templo de Tiberio Poncio
Pilato, prefecto de Judea, [hizo o erigió]”.
Barca del Mar de Galilea asociada a Pedro |
En 1968, por su
parte, el profesor Vassilio Tzaferis, encontró en Jerusalén una tumba familiar del
siglo I d. C. que contenía cinco arquetas-osarios. En una de ellas, se halló los restos de un crucificado
llamado Yeochanan al que, de forma excepcional, se permitió que fuera
enterrado con los suyos. Entre los restos, destacaba los huesos de un talón derecho traspasados por un clavo de unos 12’5 cm,
que se había conservado adherido porque no se pudo arrancar del cadáver, y una
tabla colocada en la parte exterior del pie para evitar que se liberara.
Osario del sumo sacerdote judío Caifás |
Más tarde, en
1986, como consecuencia del descenso del nivel del mar de Galilea a causa de una
grave sequía, dos miembros del kibutz Ginnosar encontraron los restos de una pequeña
embarcación del siglo I enterrada en el limo. Se especuló con que era la barca de Pedro, pero lo cierto es que no
es más que una embarcación, de la época de Jesús, que evidencia una forma de
vida de la que pudo vivir el apóstol.
Huerto de Getsemaní o de los Olivos |
En 1990, por otra
parte, se descubrió al sur de la Ciudad Antigua de Jerusalén un osario del año 70 d. C. perteneciente a Caifás,
según reza el texto tallado en la urna. El osario, perteneciente al sumo
sacerdote judío que participó en la condena a muerte de Jesús, estaba ricamente
decorado y se hallaba en un panteón familiar.
Roca del Gólgota en la iglesia del Santo Sepulcro |
A parte de los
restos de las ciudades de Séforis y
Tiberíades, en las que Jesús pudo trabajar como artesano con su padre,
destaca Cesarea Marítima y su gran puerto abierto al mundo del Mediterráneo
oriental. Sin embargo, la ciudad que más aparece en los evangelios es Jerusalén, la gran capital judía por
antonomasia. Allí, donde se desarrolló la pasión y la muerte de Jesús,
destacan algunos hitos arqueológicos como los restos del gran Templo, el Muro
de las Lamentaciones, el Monte de los Olivos, los cimientos de la torre
Antonina, el palacio de Herodes y, por último, el Gólgota.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
Vía|
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