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La integración de los gitanos en la Edad Moderna

La falta de integración social de los gitanos en la Edad Moderna les convertía en extranjeros, a pesar del hecho de haber nacido, haberse criado y haber residido en los territorios españoles

Imagen de una familia gitana 
Durante la Edad Moderna para ser aceptado completamente por la sociedad se debían de agrupar una serie de condiciones:

1) Ser católico.
2) Estar integrado en una comunidad local.
3) Tener un monarca común.

La no inclusión de una de estas características justificaba socialmente la estigmatización, rechazo y construcción de un cerco social a estas personas. Sin embargo, no siempre bastaba con reunir estas condiciones ya que a los candidatos se les juzgaba no sólo por el comportamiento individual, sino también por su pertenencia a ciertos grupos sociales. Es por ello que en estos momentos donde no existía el DNI, tanto a los judíos conversos como a los gitanos les resultaba difícil demostrar su condición de españoles.

A los gitanos en particular se les excluía socialmente por diversos motivos. Estos eran acusados de vagancia y de llevar una forma de vida criminal, elegían comportarse de forma antisocial e ilegal por responsabilidad propia. Además, y esto va relacionado con la segunda condición antes citada, llevaban una vida nómada sin domicilio permanente y sin mantener ningún lazo con ninguna comunidad.

Este problema de integración se intentó solucionar mediante la expulsión en 1695 de los gitanos que no residieran en un municipio de al menos 200 vecinos de forma permanente. Además, no se les permitía residir en barrios aparte, usar ropa especial o hablar en alguna otra lengua que no fuera la española. Los gitanos que insistieran en mantener una existencia separada serían encarcelados, expulsados o incluso sentenciados a muerte. Por otro lado, los gitanos que hubieran residido en una comunidad durante más de diez años podrían quedarse si las autoridades locales consideraban beneficiosa su presencia.

En definitiva, el estatus de las personas podía ser cuestionado principalmente en condición de la fe católica y de la vinculación auténtica y permanente a una comunidad local. Un gitano, aunque fuese “bueno” difícilmente podía demostrar que sus intenciones eran diferentes a las de su grupo ya que la clasificación de las personas la determinaba su pertenencia a un grupo.

Vía| HERZOG, Tamar. Vecinos y extranjeros: Hacerse español en la Edad Moderna. Madrid. Alianza editorial. 2006
Imagen| Gitanos

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