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El rey Arturo: entre la leyenda y la historia

Es probable que la leyenda artúrica se originara en la tradición oral o en el poema galés Y Gododdin 
 
El rey Arturo, en una pintura de Charles Ernest Butler
Cuenta la leyenda que Arturo fue el fruto de una engañosa relación entre el rey Uther Pendragon e Igraine, esposa del duque de Tintagel; y que, cuando nació, el mago Merlín entregó a sir Héctor al bebé para que lo criara como a uno más de sus hijos.

Sigue el relato explicando que el joven Arturo viajó a Londres, liberó la espada Excalibur de la roca y se reveló como el nuevo rey de Inglaterra. Se casó con Ginebra, instaló su corte en la fortaleza de Camelot y reinó, como un primus inter pares, junto a los caballeros de la mesa redonda.

Al final, el relato cuenta que Mordred, el hijo incestuoso que tuvo con Morgana, mató a su padre Arturo en la batalla de Camlann y que fue sepultado en la mítica isla de Ávalon.

Esto es lo que narra, pero ¿qué hay de cierto en la leyenda? No es fácil dar respuesta a esta cuestión. El historiador Jacques Le Goff incluye a Arturo en el grupo de personajes que, partiendo de un origen incierto, evolucionan al estatus de héroes. Así, el arquetipo de esta figura pudo surgir de un nebuloso guerrero britano del siglo VI, que fue modelado con el tiempo por la literatura épica.

Lo cierto es que ni Gildas ni Beda, los dos historiadores más cercanos a su tiempo, hablan de Arturo como tal. En todo caso, Gildas hace referencia a la gran victoria bretona del Monte Badon, frente a los sajones, donde destacó un jefe bretón llamado Ambrosius Aurelianus. Pero ¿se se trata de Arturo?

Es probable que la leyenda artúrica se originara en la tradición oral o en el poema galés Y Gododdin, donde se narra que hubo un personaje que “sació a los negros cuervos en las murallas de la ciudad, aunque él no era Arturo”. Asimismo, en la Historia Britonnum del clérigo galés Nennius, en el siglo IX, se describió a Arturo como un guerrero heroico que luchó junto a los bretones. Un siglo después apareció mencionado también en los Annales Cambriae. Sin embargo, ambas fuentes son demasiado tardías porque Arturo, si realmente existió, vivió en el siglo VI.

Le Goff indica que el verdadero nacimiento de Arturo estuvo, en el siglo XII, en la Historia de los reyes de Bretaña de Godofredo de Monmouth, donde van apareciendo ya todos los elementos de la leyenda artúrica. Poco después, el poeta Chrétien de Troyes dilató la leyenda incorporándole elementos fundamentales como los caballeros Perceval y Lanzarote, el Santo Grial y la fortificación de Camelot.

El medievalista Kemp Malone, por otro lado, propuso que Lucius Artorius Castus, un destacado jefe militar romano destinado a Armórica en el siglo II d.C., pudo ser el germen de la leyenda. Otros investigadores piensan, a saber, que se trata de un personaje literario o mítico o, tal vez, de una antigua deidad céltica.

La arqueología tampoco ha podido demostrar, de forma fiable, la existencia de Arturo. Así que, como conclusión, el historiador Thomas Charles-Edwards sentencia que pudo haber existido un Arturo histórico, pero “el historiador no puede actualmente decir nada de interés sobre él”.

Imagen| ABC

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