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La Exposición de Clara Peeters en el Museo del Prado: los bodegones como género

Analizamos la exposición de esta pintora que se puede ver en el museo del Prado y los datos históricos que se pueden extraer de sus cuadros

Imagen de un ‘Bodegón’, de Clara Peeters
Por primera vez el Museo del Prado presenta una exposición monográfica dedicada a una pintora, se trate del Arte de Clara Peeters, presente en el museo desde el 25 de octubre hasta el 27 de febrero del año que viene y comisariada por Alejandro Vergara, autor también del catálogo que acompaña a la exposición y que constituye uno de los mejores estudios sobre la autora flamenca hasta la fecha.

De la vida de Clara Peeters no se sabe prácticamente nada más que debió de nacer entre 1588y 1590, de las 40 obras que se conservan de ella 12 están fechadas entre 1607 y 1612, Róterdam, Ámsterdam o Madrid son algunos de los lugares donde se encuentran sus obras, lo que indica que debió de tener la suficiente fama como para que los marchantes movieran sus cuadros.

La vida de las mujeres artistas no era fácil en aquella época, tenían vetada, por cuestiones de moral, la pintura de desnudos, lo que las alejaba de los temas principales de la pintura como los históricos y los mitológicos que eran los más considerados. Peeters se especializó en un tema que tendría mucha presencia en el barroco, el de los bodegones.

Los bodegones revelaban la apariencia real de las cosas y a la vez tenían un significado simbólico, el de mostrar lo efímero de la vida. A través de estas obras podemos extraer un mucha información de la vida de las clases acomodadas del norte de Europa al principios de la Edad Moderna.

Peeters fue la primera en introducir pescados en sus bodegones, en los Países Bajos era un alimento muy consumido en la época tanto frescos como en salazón debido a las prohibiciones religiosas de comer carne en la mayor parte de las épocas del año y también a la abundancia de pescado en la zona.

También vemos muchas clases de aves en sus cuadros, desde la Edad media la cetrería era un medio de caza muy en boga entre las clases altas. El  comienzo de la Edad Moderna es también el comienzo de la globalización del mundo,  gracias al desarrollo de las técnicas de navegación. El descubrimiento de América y los viajes al continente asiático abrieron a los europeos a descubrimiento inimaginables poco tiempo antes. Todo esto se refleja en los cuadros de Clara Peeters en la presencia de conchas exóticas y de porcelanas procedentes de China, que por supuesto eran un signo de lujo.

Aunque nos parezca extraño hoy en día, la sal era por aquel entonces también un artículo de lujo que se empleaba en la conservación de carnes, pescados y otros productos, por eso la vemos en alguno de sus bodegones en saleros de plata. Los cuchillos solían ser un regalo que se hacía en los esponsales, Peeters suele colocarlos en lugares destacados de sus bodegones y coloca en ellos su firma.

La autora realiza pequeños juegos con el espectador que llevan a que este repase detenidamente los cuadros buscando sus infinitos matices y detalles, como los múltiples autorretratos que Clara Peeters nos dejó escondidos en los reflejos de diversos objetos.

En definitiva, esta exposición del Museo del Prado nos ayuda a acercarnos a la obra de una autora prácticamente desconocida, pero no por ello menos importante en la historia de la pintura.

Imagen| Wikipedia

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