Trost Richards: Las pinturas de paisajes más bonitas del mundo

No son fotografías. La pintura de Trost Richards es una combinación perfecta de colores que da vida propia al agua y al aceite

Forest Scene, 1875
Difícil es encontrar en pintura unos paisajes más espectaculares que los que pintó William Trost Richards, un artista con todas las letras que ha sido relacionado —al menos en segundo plano— con la Escuela del Río Hudson fundada por Thomas Cole, y también con el pre-rafaelismo americano, esto último propiciado por su pertenencia en 1893 a la Asociación para el Avance de la Verdad en el Arte, además de algunos preceptos comunes como la meticulosidad y la importancia de la Naturaleza como algo poco convencional.

Aunque pueda parecerlo, el arte de Trost no es una fotografía. Son trazos llevados hasta la perfección absoluta. Nada importa más allá de la propia Naturaleza, algo que hasta entonces había pasado inadvertido para los artistas del siglo XIX, en este caso, americano.

Atlantic City, 1877
En una época en la que el pan de cada día era poner de manifiesto la necesidad que América tenía de seguir con su vida soltándose de la mano de Europa, la cultura, la pintura necesitaba reflejar la exclusividad de la nación de quien cogía el pincel. Pero Trost supo ver más allá del Océano y maravilló a la Historia con sus paisajes británicos y noruegos, por ejemplo.

Como si se mirase por una ventana

Trost Richards atrapó la lírica poética en sus obras. El artista americano acostumbró a llevar en sus óleos y acuarelas el horizonte hasta el infinito. En el camino, el paisajista americano dejó mares embravecidos, reflejos edénicos, cumbres milenarias y árboles ajados por la dama del tiempo.

The Rainbow, 1890
Todo encuadrado por colores perfectamente calibrados que llevaron al pintor a la pulcritud estética del realismo. Tanta fue su habilidad, que entre sus mareas y sus caminos, Trost Richards consiguió incluso pintar el viento. 

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