Cleopatra VII: la última reina del antiguo Egipto

La heredera de una dinastía milenaria Imagen meramente ilustrativa. Cleopatra VII fue la última soberana de la dinastía ptolemaica, que gobe...

Decelia, el destino de Grecia

La última esperanza de victoria ateniense se fortificó de muros espartanos

Batalla entre guerreros peloponesios y atenienses
A menos de veinte kilómetros de Atenas se encontraba la antigua ciudad de Decelia, punto clave y determinante para la derrota de los áticos en la Guerra del Peloponeso. Pero no podemos entender la caída de esta talasocracia sin echar la vista atrás y viajar más allá del Mar Adriático: el hundimiento de Atenas empezó en Sicilia (415 a.C. – 413 a.C.).

Los atenienses reunieron a la flota más grande que jamás había visto el Mediterráneo, con un gran ejército que, si así lo hubiesen querido, podrían haber conquistado Esparta. Fueron cuatro los generales designados para dirigir la fuerza y orgullo de Atenas: Lámaco, Nicias, Demóstenes y Alcibíades. Éste último fue uno de los protagonistas en muchos de los conflictos de la Guerra del Peloponeso, destacando por ser familiar de Pericles aunque por un entendimiento del mundo totalmente diferente. Él mismo fue el único superviviente del conflicto de Sicilia, pues todos los generales y gran parte del ejército fueron aniquilados por parte de las tropas espartanas y los aliados sicilianos. Atenas acababa de perder casi todo su poder militar. Tucídides lo resume de la siguiente manera en su obra La Guerra del Peloponeso: 
“Los atenienses fueron derrotados en todos los campossufrieron sobremanerafueron vencidos entoda regla: su flotasu ejércitotodo fue aniquiladoy muy pocos hombres lograron regresar a sus hogares.

En la primavera del 413 a.C., Esparta tomó Decelia con el consejo de un buen conocedor de las debilidades de Atenas: Alcibíades. Un personaje que destaca por sus constantes cambios de bando pero al que, finalmente, sus actos los llevaron a la muerte antes de lo que él hubiese deseado. La ciudad de Decelia fue fortificada por parte de los espartanos, iniciando así los constantes saqueos por parte de los lacedemonios; pero éste no era su objetivo principal, pues no se elige una conquista de manera arbitraria. Decelia se encontraba en el camino comercial entre Atenas y Eubea; el granero ateniense. Además, con la fortificación consiguieron interrumpir el comercio con las minas de Laurión. Esparta cortó así cualquier suministro terrestre que beneficiase a Atenas.

Por si la desgracia de los atenienses fuese suficiente, la práctica totalidad de sus aliados se revelaron y entablaron negociaciones con Esparta, dejando así a Atenas sin un gran número de barcos para la guerra que sí obtendrían los espartanos. Además, los lacedemonios recibieron dinero persa a cambio de ceder a los sátrapas el dominio de las ciudades de Asia Menor. Éste aislamiento de Atenas provocó una gran inestabilidad política, viéndose verdaderos golpes de estado de los que siempre se beneficiaba la oligarquía.

Aun así, con éste contexto totalmente desfavorable, se restituyó la democracia i los atenienses volvieron a vencer en el mar, su territorio, destacando las victorias de Helesponto (411 a.C.) y Cícico (410 a.C.). Podría haber sido un renacer del poder de Atenas, de hecho Esparta ofreció una paz con un intercambio: Decelia por Pilos y Cítera, dos ciudades que eran verdaderos problemas para los espartanos si se encontraban bajo dominio ateniense (sin tener en cuenta todo el apoyo heleno del que podían presumir). Decelia, como hemos dicho, era la pesadilla de Atenas. Los atenienses se llenaron de orgullo y rechazaron dicha paz.

Es verdad que dos victorias atenienses, a manos de Alcibíades por cierto, ocultaban cual sería el resultado final de la guerra; pero la esperanza ática se desvaneció tras la Batalla de Notio (406 a.C.). Si miramos el desarrollo bélico nos parecerá que no fue así, pues ese mismo año venció Atenas en la Batalla de Arginusas; pero las consecuencias fueron terribles. Una tormenta impidió rescatar a los náufragos después de la batalla, y todos los generales atenienses fueron condenados a muerte. El ejército acababa de perder a sus dirigentes militares.

Esparta contaba con su gran general, quien había aprendido bien de las derrotas marítimas anteriores y se dispuso a acabar con Atenas. Consiguió la construcción de doscientos trirremes, mientras los atenienses sólo pudieron enviar a su encuentro una veintena. La desesperación provocó una mala estrategia que no desaprovechó Lisandro: se produjo el desastre de Egospótamos. Atenas no tenía ejército, por lo que decidió cerrar sus dos puertos militares y resistir dentro de la ciudad; su exterminio vendría por parte del enemigo o por el hambre, pero era una realidad. Finalmente, y tras muchas negociaciones, Atenas capituló, siendo Decelia el principio de su hundimiento; cuando podría haberlo sido de su resurgir.

No hay comentarios: