San Jorge: de la leyenda a su festividad

La fiesta de San Jorge tiene su origen en la conocida leyenda del caballero luchando con el dragón

San Jorge: de la leyenda al origen

San Jorge o Sant Jordi, la bonita fiesta de la cultura y del amor tiene su origen en la conocida leyenda del caballero luchando con el dragón, pero más allá de la leyenda hay un personaje misterioso, más antiguo, legendario o histórico que alimentó a dicha leyenda…

Cuenta la leyenda que había un reino que vivía atemorizado por un insaciable dragón. Sus ciudadanos mantenían a la bestia calmada entregándole a diario dos corderos para saciar su hambre. Pero los animales pronto escasearon y, en su lugar, se decidió mandar a una persona, por sorteo. Un día, por mala fortuna para el rey, le tocó a la princesa. Cuenta la leyenda que fue San Jorge quien la liberó de morir devorada por el temido dragón. De la sangre del monstruo abatido brotó una rosa que el héroe regaló a la hija del rey. Y así hoy en día, cada año, durante la festividad de San Jorge en conmemoración a la leyenda, se siguen regalando rosas.

Se cree que Jorge era un soldado romano de la Capadocia (actual Turquía). Hijo de una familia romana de nobles acomodados cristianos. Se enroló al ejército siendo muy joven, como su padre. A la muerte de su progenitor, se trasladó con su madre a Palestina, donde al poco tiempo recibiría el tratamiento de caballero, como tribuno militar, con menos de 30 años, algo inusual por aquel entonces. Ello llamó la atención, por lo que poco después ingresó en el séquito del entonces emperador Diocleciano, donde acabó siendo uno de sus guardias personales.

Diocleciano, que había heredado un imperio exhausto a nivel económico y carcomido por la corrupción e inestabilidad política y militar puso en marcha un sofisticado, profundo y eficiente sistema de reformas en todos los ámbitos de la administración que permitieron al Imperio reactivarse en poco tiempo.

Igualmente, como habían hecho otros tanto emperadores, emprendió una dura persecución contra la comunidad cristiana, en auge y cada vez más numerosa, que resultaba una amenaza a la estabilidad política y cimientos del Estado.

El emperador, irritado al descubrir el credo cristiano de Jorge, le conminó a apostatar, pero este rehusó renunciar a su fe. El desenlace fue su martirio y decapitación. Era un 23 de abril del año 303 d.C. Moría así el soldado Jorge, de treinta y pocos años… y empezaba a nacer la leyenda.

Más allá de la veracidad de la historia, el culto a San Jorge se extendió rápidamente por el Imperio romano, aprovechando sus eficientes vías de comunicación. Es durante la Edad Media, entre los siglo IX y XI, cuando se populariza su fábula, traída por los marineros y cruzados europeos venidos de Siria. A partir de ahí, su fama creció por todos los rincones Europa, impulsada por los cantares medievales que le atribuyeron multitud de gestas.

No obstante, el origen de Jorge podría ser aún más antiguo. De hecho podría tratarse de una adaptación de un episodio mitológico, evidentemente, pagano.

La mitología egipcia cuenta que Seth asesinó por envidia a su hermano Osiris, que gobernaba Egipto. Su hijo Horus se encargó de vengarlo y de recuperar el trono que luego recaería en los faraones. Así, la figura de Horus, vinculada al poder y al sol, luce la doble corona que representa la unión del alto y  bajo Egipto, lo que la hace una de las más importantes del panteón egipcio.

Así, la imagen de San Jorge con lanza en mano clavándola al malvado dragón es asombrosamente similar a la que dibujaron y esculpieron repetitivamente los artistas del antiguo Egipto en numerosos templos y santuarios.

La asimilación de Horus con San Jorge y Seth con el dragón recaería en el cristianismo primitivo, que adaptó la nueva religión cristiana a la ya existente, eso es, a las antiguas creencias los herederos de la tradición faraónica. Una vez adaptado este arquetipo, la iglesia copta la extendió  a las comunidades vecinas y de allí a  toda Europa.

En este sentido, han sobrevivido a nosotros representaciones del arte primitivo copto que muestran al dios Horus, un hombre con la cabeza de un halcón, vestido como un soldado romano, con la lanza sobre la bestia.

Es sintomático que la raíz fonética Hor (de Horus), pronunicado “jor” en el antiguo Egipto, haya sobrevivido a lo largo de los siglos, adaptándose a las distintas lenguas: Jörg, en alemán; George, en inglés; Jordi, en catalán; Jorge en castellano y portugués; Giorgio, en italiano,…

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