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La fundación de Tenochtitlán: leyendas y hechos históricos

El nacimiento de una gran ciudad

Imagen meramente ilustrativa.

En las brumosas leyendas y los registros histórico-arqueológicos de la antigua Mesoamérica, emerge una ciudad que desafía la imaginación y asombra a los estudiosos: Tenochtitlán. Fundada por los mexicas, también conocidos como aztecas, esta metrópolis se alzó majestuosa sobre un lago, rodeada de montañas y volcanes. Su historia es un mosaico de mitos, hazañas y sacrificios, y su legado perdura en las piedras y canales que aún yacen bajo la moderna Ciudad de México.


La migración de los mexicas

La epopeya de los mexicas comenzó con una migración legendaria. Según la tradición, guiados por su dios Huitzilopochtli, los mexicas partieron de su tierra ancestral, Aztlán, en busca de un lugar donde un águila devorara una serpiente posada sobre un nopal. Tras un largo peregrinaje, encontraron la señal divina en una isla del lago Texcoco. Allí, en el año 1325, fundaron Tenochtitlán.


La ciudad de los canales

Tenochtitlán no era solo una ciudad, sino un prodigio de ingeniería. Sus canales, calzadas y jardines flotantes asombraban a los visitantes. Los mexicas construyeron diques, acueductos y sistemas de drenaje para controlar las aguas del lago. Sus calles estaban alineadas con templos, palacios y mercados. El Gran Templo, dedicado a Huitzilopochtli y Tláloc, se alzaba en el corazón de la ciudad, con sus escalinatas y altares donde ardían los fuegos sagrados.


El esplendor de Tenochtitlán

En su apogeo, Tenochtitlán era una urbe cosmopolita. Comerciantes, artesanos y sacerdotes se mezclaban en sus plazas. Los mercados rebosaban de productos exóticos: jade, plumas de quetzal, cacao y esclavos. Los nobles vestían mantos de algodón y joyas de oro. Los guerreros, temidos por su ferocidad, portaban escudos de madera y armas de obsidiana.


La caída de un Imperio

Pero la grandeza de Tenochtitlán también sembró su destino trágico. En 1521, los conquistadores españoles, liderados por Hernán Cortés, sitiaron la ciudad. La guerra fue feroz, y la alianza con los enemigos de los mexicas, como los tlaxcaltecas, resultó crucial. Finalmente, tras meses de asedio, Tenochtitlán cayó. Sus templos fueron profanados, sus tesoros saqueados y sus dioses derribados.


Caminando por las calles de la Ciudad de México

Hoy, mientras caminamos por las calles de la Ciudad de México, ¿qué huellas de Tenochtitlán aún perviven? ¿Qué secretos yacen bajo los edificios modernos? ¿Cómo podemos honrar la memoria de esta ciudad que fue, en palabras del cronista Fray Diego Durán, "la más hermosa y grandiosa del mundo"? Déjennos sus reflexiones en la caja de comentarios.

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