Ardashir I y Shapor I: los fundadores del Imperio sasánida

El ascenso de Ardashir I y la caída de los partos

Imagen meramente ilustrativa.

Ardashir I fue el fundador del Imperio sasánida, la última gran dinastía persa antes de la conquista islámica. Nació alrededor del año 180 d.C. en una familia de la nobleza local de Persis, una región del suroeste de Irán. Su padre, Papak, era el vasallo del rey parto Gochihr, que a su vez era subordinado del rey de reyes parto Artabano IV.

Los partos eran una confederación de tribus nómadas de origen iranio que habían dominado el antiguo territorio de los aqueménidas desde el siglo III a.C. Sin embargo, para el siglo III d.C., su poder estaba en decadencia, debilitado por las constantes guerras contra los romanos, las intrigas internas y la falta de una autoridad central efectiva.

Ardashir aprovechó esta situación para expandir su dominio sobre las regiones vecinas, desafiando la autoridad de los partos. En el año 224 d.C., derrotó y mató a Artabano IV en la batalla de Hormizdagán, poniendo fin al Imperio parto y proclamándose rey de reyes de Irán.


La consolidación del Imperio sasánida y la reforma religiosa

Ardashir I no solo fue un gran conquistador, sino también un hábil administrador y reformador. Estableció una monarquía absoluta y centralizada, basada en el modelo de los antiguos aqueménidas. Organizó el Imperio en cuatro regiones principales, cada una gobernada por un noble de confianza. También creó un ejército profesional y una burocracia eficiente, que le permitieron mantener el control sobre sus vastos dominios.

Uno de los aspectos más importantes de su reinado fue la reforma religiosa que impulsó. Ardashir I era un devoto seguidor del zoroastrismo, la antigua religión de los persas, que había sido marginada por los partos, que favorecían el sincretismo y la tolerancia hacia otras creencias. Ardashir I quiso restaurar el zoroastrismo como la religión oficial y única del Imperio, y para ello contó con el apoyo de los sacerdotes, llamados magos.

Los magos eran los encargados de preservar y transmitir los textos sagrados del zoroastrismo, llamados Avesta. Sin embargo, estos textos habían sufrido numerosas alteraciones y pérdidas a lo largo de los siglos, por lo que los magos se propusieron recopilarlos y purificarlos de las influencias extranjeras. Así surgió el zoroastrismo sasánida, una versión más ortodoxa y dogmática de la religión, que enfatizaba el dualismo entre el dios bueno Ahura Mazda y el dios malo Ahriman, y la obligación de los fieles de seguir los preceptos morales y rituales para contribuir a la victoria del bien sobre el mal.


La expansión del Imperio sasánida y el conflicto con Roma

Ardashir I no se conformó con unificar Irán bajo su mando, sino que también quiso extender sus fronteras hacia el este y el oeste, siguiendo el ejemplo de los aqueménidas. Así, conquistó las regiones de Bactria, Sogdiana, Gandhara y el Indo, que habían sido parte del Imperio kushán, y se enfrentó a los reinos de Armenia y Palmira, que eran aliados de Roma.

Roma era el gran rival de los sasánidas, y ambos Imperios se disputaron el control de Oriente Próximo durante siglos. Ardashir I inició la primera de las muchas guerras romano-sasánidas en el año 230 d.C., cuando invadió Mesopotamia y Siria, amenazando las provincias romanas de Asia. El emperador romano Alejandro Severo reaccionó y logró detener el avance de Ardashir, pero no pudo recuperar los territorios perdidos.

La guerra continuó con el sucesor de Alejandro Severo, Maximino el Tracio, que lanzó una ofensiva contra los sasánidas en el año 232 d.C., pero fue derrotado y asesinado por sus propias tropas. Ardashir aprovechó la crisis del Imperio Romano, que se vio sumido en una serie de guerras civiles, para consolidar sus conquistas y preparar a su hijo y heredero, Shapor I, para que continuara su obra.


El reinado de Shapor I y sus victorias sobre Roma

Shapor I fue el segundo rey de reyes del Imperio sasánida, y el más exitoso de todos en su lucha contra Roma. Nació alrededor del año 215 d.C., y fue asociado al trono por su padre Ardashir I desde el año 240 d.C. A la muerte de su padre, en el año 242 d.C., asumió el poder pleno y continuó la política expansionista y belicista de su progenitor.

Shapor I fue un gran estratega y un valiente guerrero, que dirigió personalmente sus campañas militares. Su principal objetivo fue derrotar a Roma y convertirse en el amo indiscutible de Oriente. Para ello, aprovechó las debilidades y divisiones internas del Imperio romano, que sufrió una grave crisis durante el siglo III d.C., conocida como la crisis del siglo III.

Shapor I libró tres grandes guerras contra Roma, en las que obtuvo importantes victorias y humilló a varios emperadores romanos. La primera guerra fue entre los años 242 y 244 d.C., y enfrentó a Shapor I con el emperador Gordiano III, que había sucedido a Maximino el Tracio. Gordiano III invadió Mesopotamia con un gran ejército, pero fue derrotado y muerto por Shapor I en la batalla de Misiche, en el año 244 d.C. Shapor I se atribuyó el mérito de haber matado al emperador con sus propias manos, y se llevó consigo el tesoro y las insignias imperiales.

La segunda guerra fue entre los años 252 y 256 d.C., y enfrentó a Shapor I con el emperador Valeriano, que había restaurado el orden en el Imperio romano tras una serie de usurpaciones. Valeriano intentó recuperar los territorios perdidos por Gordiano III, pero fue capturado por Shapor I en la batalla de Edesa, en el año 260 d.C. Shapor I hizo de Valeriano su prisionero y lo sometió a todo tipo de humillaciones, como usarlo de escabel para montar a caballo o fundir su piel en oro. Valeriano murió en cautiverio, y se convirtió en el único emperador romano que cayó en manos de un enemigo extranjero.

La tercera guerra fue entre los años 261 y 266 d.C., y enfrentó a Shapor I con el emperador Galieno, hijo y sucesor de Valeriano. Galieno delegó la defensa de Oriente en su general Odenato, rey de Palmira, que logró frenar el avance de Shapor I y recuperar algunas ciudades. Sin embargo, Odenato fue asesinado por un pariente en el año 267 d.C., y su viuda Zenobia se proclamó reina de Palmira y se rebeló contra Roma. Shapor I aprovechó esta situación para invadir de nuevo Mesopotamia y Siria, y saquear varias ciudades, como Antioquía y Cesarea.

Shapor I murió en el año 272 d.C., dejando tras de sí un Imperio poderoso y temido, que había desafiado con éxito a Roma. Su figura fue recordada por los sasánidas como un héroe y un modelo a seguir, y sus hazañas fueron inmortalizadas en varios monumentos y relieves, como el de Naqsh-e Rostam, donde se le representa capturando a Valeriano y sometiendo a Gordiano III.

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