Por disputar justicia, los restos de Diego
Corriente fueron repartidos por los caminos y las cañadas andaluzas, y su cabeza
exhibida en una jaula
La vida de Corriente valía menos que la de los caballos que robaba |
Con el sentimiento de justicia a flor de piel y con la defensa del
humilde frente a quien tiene los bolsillos llenos, Diego Corriente, de sobra
conocido por tierras andaluzas, pasó sus años como bandolero. Pero no uno
cualquiera: Corriente no tiene en su haber ni un delito de sangre.