Científicos australianos solucionan al
fin el gran misterio evolutivo en torno a las muelas del juicio: una regla muy
simple llamada ‘cascada inhibitoria’ que podemos encontrar en todos los
mamíferos
Si
tienes un poco de suerte, o si acaso la genética apropiada, probablemente no
tengas que saber nunca sobre las molestas y a día de hoy prácticamente inútiles
muelas del juicio. Ni siquiera acertamos a saber para qué están ahí exactamente
sino para provocarnos insufribles dolores de cabeza -y el engrosamiento de la
cartera para los odontólogos-, más allá de alguna que otra habladuría de esas
que, sin quererlo, habremos podido escuchar de pasada en cierto programa de
televisión o en alguna conversación ajena: selección natural, avances
culturales, cambios de dieta… Quién sabe. Lo que sí parecía que todo el mundo
estaba de acuerdo es que este suceso era único en la evolución humana.