Diez inventos que cambiaron la Historia

Una huella imborrable Imagen meramente ilustrativa. En la vasta y fascinante historia de la humanidad, ciertos inventos han dejado una huell...

Reconstruyen las sequías de los últimos 500 años gracias a los archivos catedralicios.

Un grupo de investigación español ha reconstruido las series de sequías de 1506 a 1900 a través de los registros de ceremonias de la Catedral de Toledo, para observar la variabilidad de los periodos de escasez de lluvias en España en los últimos 500 años.

A los registros ceremoniales se suma el análisis a corto plazo de datos meteorológicos y de los anillos de crecimiento de los árboles, según informa el servicio de noticias científicas SINC.
La recopilación de documentos históricos como los registros de las rogativas de la Catedral de Toledo y Municipales (ceremonias cuyo origen se remonta a ritos agrícolas romanos) ha permitido a los investigadores caracterizar el periodo climatológico de 1506 a 1900 en Toledo y Madrid, en especial extremos climáticos como las sequías.

Después de procesar la información, los científicos han publicado su trabajo en 'Global and Planetary Change'. Su artículo muestra que durante la mayor parte del siglo XVI en España las sequías fueron escasas y más cortas que en los siguientes períodos.

Del periodo de 1676 a 1710 hubo menor estrés hídrico y el siglo XIX se caracterizó por una menor frecuencia de sequías. Sin embargo, «de finales del siglo XVI hasta el siglo XVIII fue el período con las sequías más severas registradas», subraya a SINC Juan I. Santisteban, uno de los autores del estudio e investigador en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Durante la llamada Pequeña Edad de Hielo, que coincide con el intervalo de tiempo estudiado, los investigadores afirman que «las sequías fueron más frecuentes e intensas que en otros períodos». Precisamente, ese periodo de tiempo se caracterizó por un descenso medio de las temperaturas en Europa. La Pequeña Edad de Hielo supuso frío para el continente y sequías para España. La investigación no permite aclarar si las sequías climáticas actuales son más duraderas que las pasadas, «pero la mayor demanda actual de agua hace percibir los descensos en su disponibilidad como un mal acuciante», añade Santisteban.

El trabajo coteja también los resultados con los obtenidos de otros registros en el área mediterránea. «Se aprecian notables diferencias en los períodos y duraciones de las sequías: se encuentran períodos lluviosos y de sequía coincidentes en diferentes áreas de la Península Ibérica y entre la mitad septentrional y meridional de esta», apunta Santisteban.

El análisis conjunto de las series y de la presión atmosférica a nivel del mar -elaborado por los investigadores de la UCM, del Instituto Geológico y Minero de España, y de la Universidad de Barcelona- apunta que los períodos de sequías frecuentes coinciden con patrones positivos de la Oscilación del Atlántico Norte (NAO), una situación anticiclónica en las Azores prolongada.

Sin embargo, añaden que «la topografía de la Península Ibérica puede ser responsable de gran parte de la heterogeneidad del fenómeno de las sequías.

La Iglesia, pendiente de las sequías.

Las ceremonias de la Catedral de Toledo estuvieron sujetas a estrictos protocolos por la Iglesia y variaban en función de la gravedad del fenómeno meteorológico. En España hay constancia con una relativa continuidad desde el siglo XVI en los archivos catedralicios de muchas diócesis.

Los datos de rogativas que han analizado los científicos provienen de tres fuentes: los 121 volúmenes de actas capitulares de la Catedral de Toledo que registran la vida diaria de 1466 a 1599, el libro que empezó Juan Bautista de Chaves Arcayos (quien resumió los libros capitulares de 1434 a 1599 e incorporó sus propias noticias), y los 331 volúmenes de los Libros capitulares (1464-1914), que completan intervalos de las actas capitulares.

Las series de rogativas contienen 341 rogaciones pro-pluvia, 36 pro-serenitate, y 94 misas de agradecimiento (ceremonia para celebrar el final del fenómeno climatológico que llevó hasta la rogativa). Muchas de las rogativas corresponden a ceremonias de primavera.

Extraído de El Mundo

Keane

“Everybody's Changing”

La Ciudad Perdida está en Medina de las Torres.

El Instituto de Arqueología encuentra los restos de Contributa Iulia, de la que hablaba Plinio en el siglo I; mañana se celebra la primera visita guiada al yacimiento para los vecinos del pueblo.
Indiana Jones sobra en Extremadura. Para desvelar misterios y buscar ciudades perdidas ya está al Instituto de Arqueología, dependiente del CSIC, que ha empezado a dibujar un nuevo mapa del tesoro.

Tras una campaña de excavación de varios meses acaba de confirmar con criterios científicos que los restos de la ciudad romana de Contributa Iulia Ugultuniacum, de la que sólo se tenían noticias por fuentes escritas, está en el pueblo extremeño de Medina de las Torres, de apenas 1.400 habitantes, y situado en la Vía de la Plata, cerca de Zafra.

Contributa era hasta ahora «algo así como una ciudad perdida», explicó ayer Antonio Pizzo, el arqueólogo e investigador que dirige el proyecto científico de la excavación.

El escritor latino Plinio El Viejo hablaba en el siglo I de esta urbe situándola en la provincia Baetica, entre los ríos Baetis (Guadalquivir) y Anas (Guadiana), en la zona de de la Beturia Céltica; estaba en el ámbito jurídico Hispalensis, y poco más se sabía de ella.

Hasta el BOE.

Distintos estudiosos la habían situado en lugares varios, y hasta el mismo Boletín del Estado la ubicó en 1998 en Azuaga.

El 10 de febrero de 1998 se declaró Bien de Interés Cultural al conjunto histórico de esta localidad extremeña, y en el texto de su declaración se especifica que esta población «se levanta en el confín sureste de la Baja Extremadura, centro romano bajo la denominación de Contributa-Iulia Ugultuniacum o Municipium-Iulium».

Lo cierto es que hasta que no se ha completado la primera fase de la excavación de la ciudad romana descubierta en el cerro de Los Cercos, a dos kilómetros de Medina de las Torres, no se sabía con certeza cuál era su ubicación.

Cómo era Contributa.

Los restos encontrados hasta ahora muestran una ciudad congelada en el siglo IV, ya que no se han encontrado estructuras de los siglos anteriores.

Por el momento, esa imagen congelada muestra «una ciudad de tamaño medio, que conserva casi la misma estructura que debió tener en la época fundacional, y que conserva de forma global todas las actividades y estructuras de una ciudad típica romana, con su puesto de control en la puerta, una muralla en funcionamiento, calles muy bien organizadas, estructuras ordenadas y canónicas, con actividad comercial, y también con sus edificios públicos, o por lo menos con uno de ellos, en plena actividad, a pesar de que el siglo IV ya era un momento muy difícil para las ciudades romanas», describe Antonio Pizzo.

El mayor inconveniente es que la ciudad encontrada hasta ahora está muy arrasada, con restos de estructuras que no superan el metro de altura, al igual que ha ocurrido en otras urbes romanas que se fueron vaciando después del siglo IV, permaneciendo después vacías y abandonadas durante cientos de años.

Durante mucho tiempo, explicó Pizzo, Contributa fue como una cantera a cielo abierto de diversos y valiosos materiales. Prueba de ello es la iglesia del pueblo, que fue construida «íntegramente» con sillería de granito procedentes de la ciudad romana.
En su interior también pueden encontrarse trozos de columnas e inscripciones de mármol empotradas en sus muros.

Como aspecto positivo de los hallazgos, el director científico de la excavación destaca que una ventaja de las ciudades abandonadas es que todos los restos parciales que se encuentran están perfectamente contextualizados, y además la base y cimientos de sus estructuras urbanas están sin tocar, por lo que facilitan su interpretación.

Cuando un arqueólogo se encuentra con la oportunidad de poder excavar en una ciudad recién descubierta, «siempre es una incógnita», describe Pizzo.

«Lo más importante que uno espera encontrar, más que lo que se consideran piezas o estructuras bonitas, son restos que permitan restituir una porción válida de la zona para poder reconstruir la historia de la ciudad», señala el investigador.

Tecnología punta.

Antes de comenzar a excavar, el Instituto de Arqueología quiso asegurarse bien de cuál era el terreno que pisaba y para eso no dudó en echar mano de la tecnología más puntera que se ha utilizado hasta ahora en Extremadura en yacimientos arqueológicos: la magnetometría, que registra las diferencias de densidad magnética de los cuerpos del subsuelo.

Los datos obtenidos se interpretan con la ayuda de unos programas informáticos que indican las estructuras que se encuentran en los niveles más bajos del subsuelo.

El aparato y la especialista que sabía utilizarlo (Laura Cerri) se desplazaron a Medina de las Torres desde la Universidad de Siena (Italia), que ya tiene una larga experiencia en su utilización arqueológica y es un referente internacional en este campo.

También se realizó otra planimetría del subsuelo con otro instrumento tecnológico utilizado en otros casos por el Instituto de Arqueología de Extremadura, el georadar, que fue facilitado por el Instituto Tecnológico de la Roca Ornamental y Materiales de la Construcción (INTROMAC).

Cuando terminó todo el proceso de prospección tecnológica, los investigadores cruzaron las planimetrías obtenidas, y se dieron cuenta de que el primer problema al que se enfrentaban era decidir por dónde empezar.

Dada la limitación de recursos y de tiempo disponibles en una campaña de excavaciones, había que elegir bien los lugares en los que se iba a trabajar para obtener el mayor número de datos posible.

Teniendo en cuenta las densidades de las estructuras detectadas con la tecnología, al final se decidió intervenir en dos puntos: en la parte más alta del cerro, donde se habían documentado «restos muy potentes, de gran envergadura», y en otra zona más alejada, colina abajo.

Restos del ¿Foro?

Al parecer, la decisión fue acertada porque, entre otras cosas, se han encontrado los restos del que sería un gran edificio público vinculado a alguna actividad pública, rodeado de una zona pavimentada con restos de mármol.

Dado que la excavación se terminó antes de que pudiera acabarse la prospección de toda la zona por la que continúa la estructura, Antonio Pizzo aún no se atreve a ponerle nombre a este edificio, aunque otros investigadores del Instituto ya casi lo dan por hecho, y barajan la hipótesis de que podría tratarse de los restos del Foro de la ciudad.

Más clara está la interpretación de otros restos descubiertos en esta primera campaña, como una de las puertas de la ciudad, con dos torres rectangulares al lado, y en cuyo umbral de mármol todavía son visibles las huellas que dejó el paso de los carros, o los huecos en los que iban montados los engranajes de hierro que permitían mover la puerta.

La entrada da a una calzada pavimentada con cantos rodados y guijarros que sigue hacia el centro de la antigua ciudad.

Al principio de la calzada, a la derecha, se han encontrado los restos de otra calle donde hay una fuente pequeña y un puesto de control de la puerta.

Las dos calles encontradas definen toda una manzana edificada, situada a la derecha, de índole industrial, «quizás unos almacenes para productos agrícolas». El edificio se distribuye alrededor de un gran patio central.

También ha aparecido un lienzo de la muralla que rodeaba la ciudad, y que se constata que sigue las curvas del nivel del terreno, por lo que se puede hacer una estimación de por dónde continúa.

Empeño de los vecinos.

Quizás la ciudad perdida (hasta ahora) hubiera permanecido enterrada para siempre si no hubiera sido por el empeño del Ayuntamiento de Medina y de sus vecinos, que llevan años llamando a varias puertas hasta conseguir que se excavara el yacimiento en el que aparecieron en el siglo XIX varias esculturas togadas monumentales que adornan ahora el patio del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, destacó Pizzo.

Todo empezó en 1845, cuando tras constatar la presencia en la superficie de restos arqueológicos, en el Ayuntamiento de Medina se decidió crear una Comisión de Monumentos que lideró la primera excavación que se realizó en la zona, dirigida por el estudioso local José Antonio Barrientos.

En esta prospección aparecieron varios restos de época romana, que no se localizaron con exactitud, y que además se vincularon entonces con la mítica Perceiana, el lugar en el que, según la leyenda, el padre de Santa Eulalia habría refugiado a la Santa para evitar su martirio, explicó el alcalde de Medina, Marcos Chamizo, que se confiesa totalmente entusiasmado con los nuevos descubrimientos por lo que ello puede representar para el pueblo.

Estos mismos vecinos podrán participar mañana en la primera visita guiada al yacimiento, a partir de las 12 horas.

El futuro de Medina de las Torres empieza a escribirse con palabras esperanzadas y el entusiasmo de futuros proyectos, todos relacionados con los trabajos de excavación, investigación y conservación de los restos, y con el desarrollo turístico de la zona. La historia se convierte en este caso en sinónimo de puestos de trabajo, y los hallazgos arqueológicos, en simientes de prosperidad.

Proyectos de futuro.

Entre otras cosas, el Ayuntamiento confía en que la Junta les conceda subvenciones para organizar sucesivos talleres de empleo en el que formar profesionalmente a personal para realizar las excavaciones, a la vez que trabajan en las futuras campañas, y también quiere presentar otros proyectos para el desarrollo de la comarca con temas turísticos.
El Instituto de Arqueología también presentará proyectos de investigación para realizar más prospecciones en la zona.

El municipio aspira a la construcción de un centro de interpretación en el que poder colocar las estatuas que se encontraron en el siglo XIX. «El problema es que cuando se encuentran restos importantes en Mérida, se quedan allí, pero cuando se encuentran en otro sitio, se los llevan», criticó el edil.

Marcos Chamizo quiere que la suerte no se limite a pasar cerca del pueblo, sino que se instale en la localidad dando una continuidad al proyecto de investigación. «Espero que esto no sea sólo el boom de un día, que termine olvidándose si no se hace más. Para eso necesitamos mucho apoyo», recordó el alcalde.

Extraído de HOY

Murcia fue el refugio de los 'penúltimos' neandertales.

Hace unos 42.000 años, una nueva especie humana llegó a Europa. Los hombres de Cromañón, como se les conoce hoy, sustituyeron a los de Neandertal, que habían ocupado el continente durante casi 150.000 años. Peor adaptados que los nuevos pobladores, encontraron el que probablemente fue su último refugio en la Península Ibérica. En Gibraltar se han encontrado restos que delatan la presencia de estos homininos hace menos de 30.000 años. Ahora, la datación de otro yacimiento ibérico, el de la Sima de las Palomas del Cabezo Gordo (Murcia) puede proporcionar más información sobre los últimos días de estos parientes cercanos. Varios neandertales murieron allí hace 40.000 años.

“El objetivo fundamental de este estudio ha sido ofrecer pruebas más seguras por tres métodos distintos [carbono 14, estimulación óptica del sedimento y uranio-torio)] de la presencia de neandertales en fechas relativamente recientes”, explica el profesor de la Universidad de Murcia Michael Walker, coautor del estudio publicado esta semana en PNAS. La certeza de las fechas obtenidas sería, según Walker, muy superior a la que se tiene, por ejemplo, respecto a los yacimientos de Gibraltar donde, se cree, vivieron neandertales hasta hace 28.000 años. “No digo que sea el conjunto de neandertales más reciente, creo verosímil que otros sean posteriores, pero es el conjunto mejor fechado en Europa”, asevera Walker.

El artículo de PNAS se refiere también a otra de las grandes cuestiones abiertas sobre los neandertales: la posibilidad de que llegasen a mezclarse con los cromañones. Algunos de los restos hallados en el yacimiento murciano poseen rasgos anatómicos con aspectos propios de los humanos modernos. Walker plantea una de las posibles explicaciones para este refinamiento: “Los neandertales estaban mejorando sus utensilios y esto podría haber relajado ligeramente la presión sobre sus esqueletos, dándoles un aspecto más grácil”. Otra de las opciones sugeridas por el estudio es que existiese un contacto con las poblaciones de cromañones del norte.

El experto en neandertales Antonio Rosas, del Museo de Ciencias Naturales (CSIC), subraya el interés del yacimiento murciano, pero no cree que llegue a demostrar esta última hipótesis. “La variabilidad de los neandertales que han encontrado puede explicarse sin hibridación. Genéticamente, no hay datos que sirvan para afirmar que existió esta hibridación, y la separación genética entre los humanos modernos y los neandertales es muy antigua ”, apunta Rosas.

La incógnita comenzará a resolverse el año que viene. Casi con total seguridad, en 2009 se publicará el primer borrador del genoma del neandertal. Rosas, que colabora en el proyecto, cree que aunque el resultado de la secuenciación no dará una respuesta definitiva, “será contundente”. Por ahora, el yacimiento asturiano de El Sidrón ha sido uno de los pocos en el mundo donde se ha encontrado ADN nuclear. Aunque todavía sin suerte, los investigadores de las Palomas también colaboran con los directores del proyecto para intentar proporcionarles material con el que trabajar. La búsqueda para desentrañar la causa del fatal destino del Homo neanderthalensis continúa.

Extraído de Público

Comunica a la Junta el hallazgo de un posible poblado de la Edad del Hierro.

Su descubridor indica que ocupa 25 hectáreas, y que hay muros de 4 metros de ancho Está a 5 kilómetros de Arroyo de la Luz, a 8 de Brozas y a 10 de Aliseda.

Manuel Iglesias ha comunicado a la Junta de Extremadura el hallazgo de lo que él considera que son las ruinas de un poblado fortificado de la Edad de Hierro.

Indica que aún se conservan restos de la muralla, de unos cuatro metros de anchura; que la muralla tiene unos 2.000 metros de longitud y que el poblado ocuparía unas 25 hectáreas. Ha informado a la Junta que en la muralla se observan vanos de posibles puertas, y que dentro hay diversas construcciones, algunas de gran tamaño (de 12 por 15 metros), así como cerámica a la vista que le parece que se corresponden con las de los siglos VI a II antes de Jesucristo, en plena Edad de Hierro.

Manuel Iglesias explica que el posible poblado se encuentra bordeando el arroyo de Ancianes, en la ribera de Arraya, a unos cinco kilómetros de Arroyo de la Luz, a 8 kilómetros de Brozas y a unos 10 kilómetros de Aliseda.

Destaca la importancia de estas ruinas, ya que tiene 25 hectáreas cuando los castros y castillejos suelen ocupar entre dos y ocho hectáreas. Según documentos que ha estudiado pudiera ser el poblado de los Lancienses. «Según Ptolomeo estaba en territorio Vettón, y según una placa de mármol del puente de Alcántara el poblado se localizaba a unos 30 kilómetros 'hacia naciente'.
Para Manuel Iglesias, el poblado está situado sobre una antigua vía tartésica, en el cruce de la ruta entre los ríos Guadiana y Tajo, y desde aquí controlarían el oro y el hierro que se conseguía en esta zona.

El tesoro de Aliseda.

Para el descubridor del posible poblado de la Edad de Hierro, es curioso, «pero no casual», que el arroyo que lo circunda en parte, se llamé de los Ancianes. Señala que es muy posible que el término 'lanciense' se derive hasta el actual término de 'Ancianes'.

Es importante para él que las ruinas estén a sólo 10 kilómetros de Aliseda, en donde se encontró el mayor tesoro tartésico. Dice que podrían ser un poblado lusitano, celta, vettón o tartésico, pero que deben ser gente más entendida que él los que resuelvan esa cuestión.

Manuel Iglesias es un detectoaficionado, que durante diez años ha mantenido un disputa con la Junta de Extremadura para que le devolviera 443 objetos antiguos que la policía le quitó, cuando en 1995 comunicó a la Junta que con la ayuda de su detector de metales había descubierto una necrópolis íbera junto al yacimiento arqueológico de Botija. Manuel Iglesias fundó la Asociación Extremeña de Aficionados a la Detección Minero-metálica.

La Junta le devolvió parte de los objetos, mediante una sentencia; pero se quedó con 275.

Extraído de HOY

Coldplay

“Clocks”

Hallado un códice azteca oculto en una figura del siglo XVI.

El documento contiene caracteres náhuatl sobre registros tributarios.

Un oftalmólogo aficionado a las antigüedades halló por casualidad un códice azteca oculto en una estatua del siglo XVI de un obispo, ha explicado hoy en México el coleccionista. Manuel García Sánchez contó que a él y a su esposa les gusta pasear por el mercado de antigüedades de la Plaza El Ángel de la Zona Rosa de Ciudad de México, y recuerda que una tarde su mujer se encaprichó de la imagen de un santo, tirada en el suelo de una tienda.

La figura estaba cubierta de lodo, con la cabeza separada del cuerpo, y a él no le resultó especialmente atractiva, por lo que regateó el precio inicial de 1.000 pesos (unos 70 dólares). Tras limpiarla y pegar la cabeza, la situaron en el salón de su casa, en Toluca (centro de México), junto a la chimenea y, como vieron que se resecaba mucho la madera, trasladaron la estatua tres años después a la biblioteca.

Una noche, mientras García leía unos documentos junto a la ventana, oyó el sonido de un papel al ser arrugado, buscó la procedencia del ruido y descubrió un papel desprendiéndose de la figura. Al examinarlo halló glifos en náhuatl (una de las lenguas indígenas habladas en México). "El códice para mí es una cápsula del tiempo", sostiene el oftalmólogo. En su opinión, "este códice es anterior a la conquista (1521) y ellos (los aztecas) lo adosaron al santo para evitar su destrucción". "Eso es muy importante porque si lo adosaron, ellos mandaron ese mensaje porque sabían que iban a dejar de existir como nación y como raza, y aunque eso ocurrió, su escrito nos llegó y a mí me hace feliz haberlo encontrado y poder transmitirlo", dijo.
Un registro tributario.

García Sánchez ha remitido la escultura al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para su restauración y para que descifren el mensaje azteca, aunque ya se puede adelantar que su contenido es de tipo económico porque contiene glifos numerales y de territorios, como era costumbre en los registros tributarios de la época. "Va a ser una cosa muy importante porque va a unir dos naciones, los conquistadores y los conquistados, y el sincretismo de dos religiones, la nahúatl y la católica", indicó.

El arqueólogo José Ignacio Sánchez ha explicado que la figura policromada de madera del siglo XVI, probablemente de 1550 o 1560, está muy deteriorada y comida por la polilla y mide 82 centímetros de alto por 22 de ancho. La estatua está cubierta en parte por el códice de 22 centímetros de longitud hecho en papel amate del centro de México, con la escritura hacia adentro para ocultarla.

En pocas ocasiones se han hallado códices en estatuas católicas, apenas hay tres antecedentes, aunque esta es la primera vez que no es una estatua de Cristo de caña. El arqueólogo consideró la posibilidad de que los aztecas ocultaran estos documentos en estatuas sagradas para recordar que las tierras son de los dioses y no de los hombres. García ha cedido los derechos de la escultura y del códice al INAH para que lo expongan de forma itinerante en museos por todo el país y para que participe en 2010 de los actos de celebración del bicentenario de la independncia de México y el centenario de la Revolución.
.
Extraído de El País