Diez inventos que cambiaron la Historia

Una huella imborrable Imagen meramente ilustrativa. En la vasta y fascinante historia de la humanidad, ciertos inventos han dejado una huell...

Datan en 1,2 millones de años el yacimiento de Fuente Nueva-3 de Orce (Granada).



Un equipo internacional de científicos ha datado en 1,2 millones de euros la edad del yacimiento de Fuente Nueva-3, en Orce (Granada), donde se han hallado herramientas líticas en asociación con restos de fauna de la época, entre los que se incluyen un esqueleto casi completo de mamut.
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Para averiguar la edad de este yacimiento, se ha usado un método combinado de Resonancia Paramagnética Electrónica y Series de Uranio sobre dientes fósiles del Pleistoceno inferior (2,6 -0,8 millones de años). Los datos obtenidos permiten también datar de manera indirecta el yacimiento de Barranco León, considerado como contemporáneo de Fuente Nueva-3 desde el punto de vista de la biocronología, y los resultados lo sitúan en una cronología próxima al anterior.

Así lo informa en un comunicado el Instituto Catalán de Paleoncología Humana y Evolución Social (Iphes) haciéndose eco de un artículo publicado por la revista 'Quaternary Research' y liderado por el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, que es donde se han llevado a cabo las dataciones, y que también firman dos investigadores del IPHES: Jordi Agustí y Bienvenido Martínez-Navarro.

El trabajo, realizado por un equipo internacional y titulado 'On the limits of using combined U-series/ESR method to date fossil teeth from two Early Pleistocene archaeological sites of the Orce area' forma parte de un proyecto cuyo objetivo es desarrollar el método ESR y su fiabilidad para datar yacimientos del Pleistoceno inferior, y le ha permitido obtener una fecha absoluta de 1,2 millones de años de antigüedad para el nivel arqueológico superior de Fuente Nueva-3.

La Resonancia Paramagnética Electrónica se empezó a utilizar a mediados de la década de 1970 para determinar la antigüedad de espeleotemas hallados en cuevas japonesas, y es uno de los pocos métodos absolutos que hay hoy en día para datar el Pleistoceno. No obstante, existen muchos factores que dificultan su aplicación para periodos muy antiguos, y en el caso de la datación de dientes fósiles, uno de los temas más críticos es determinar la incorporación y la migración del uranio dentro de los tejidos dentales.
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Extraído de El Mundo

Estudio con chimpancés: los humanos, bípedos para llevar su comida a cuestas.

Transportar cosas de aquí para allá, llevarse las propiedades a buen recaudo, acumular. Hace entre seis y tres millones de años, unos primates se pusieron de pie con la intención de tener las manos libres para acarrear cosas de un lado a otro. Fueron unos primeros pasos que comenzaron a transformar su organismo y su mente, hasta llegar a ser humanos.

Esta es la hipótesis que mantiene un equipo de investigadores de Estados Unidos, Inglaterra, Japón y Portugal, que han realizado un estudio con chimpancés de los bosques de Bossou, en Guinea Conakry.

Los antropólogos han estudiado chimpancés que viven en libertad en el bosque de Bossou, en Guinea Conakry. Durante 44,5 horas de observación de este laboratorio natural, contabilizaron hasta 742 ocasiones en las que 11 individuos transportaban cosas de un lugar a otro.

"Estos chimpancés proporcionan un modelo de las condiciones ecológicas bajo las cuales nuestros antepasados más tempranos pudieron haber comenzado caminar en dos piernas", ha declarado Brian G. Richmond, de la Universidad George Washington (EE.UU) a 'ScienceDaily'. "Algo tan sencillo como trasladar cosas, en condiciones adecuadas, puede estar en el origen de nuestra especie", apunta.

Las ricas nueces de cola.

El trabajo realizado en Bossou confirma lo que ya sugería Gordon Hewes en un estudio previo de hace 60 años: los chimpancés, dijo, se ponen de pie para llevar alimentos. Lo que no supo precisar Hewes entonces es que lo hacen, especialmente, cuando se trata de algo que no es abundante a su alrededor, por lo que se esfuerzan por apropiárselo por si no vuelven a encontrar ese manjar en mucho tiempo. Al ponerse sobre dos piernas, liberan las manos, y así tienen mucho más fácil el traslado.

Por las fechas que se manejan del ADN y los fósiles y por los datos paleo-ambientales, se sabe que el bipedismo surgió en un momento de cambio climático, en el que los bosques estaban en retroceso y comenzó a extenderse la sabana. Ello podría haber provocado, mantienen los investigadores, que las explosiones de actividad bípeda se sucedieran ante la escasez de alimentos, una presión que fue generando cambios anatómicos fruto de la selección natural.

El artículo se fundamente en dos estudios. Uno es el realizado en la Universidad de Kyoto. En este caso, Ttsuro Matsuzawa permitió el acceso de los chimpancés salvajes a varias combinaciones diferentes de nueces: de palma de aceite (muy común) y de cola (escasas y más preciada por ello).

La presión de la competencia.

Supervisó el comportamiento de los simios en tres situaciones: con muchas nueces de palma, con pocas nueces de cola y con muchas de estas últimas. Y quedaron claros sus gustos: las de cola eran las preferidas y competían por hacerse con un gran número de ellas.

Pero, además, cuanto más presión competitiva había, con mayor frecuencia caminaban sobre dos patas para poder acumular las preciadas nueces en las manos. Las ocasiones en las que se pusieron de pie se multiplicaron por cuatro en estas circunstancias. Y es que yendo erguidos incluso podían ir engulléndolas mientras iban de un lado a otro.

Un segundo estudio, realizado por Kimberley Hockings, de la Universidad de Oxford Brookes se extendió durante 14 meses. En ese tiempo, se repitieron diferentes situaciones en las que tenían que competir por recursos escasos. En este caso, hasta un 35% de la actividad de los chimpancés requirió movimientos bípedos, casi siempre cuando querían acumular lo más posible en sus manos.

Todo ello indicaría que el bipedismo tiene su origen en este 'ansia' de acumular, que seguimos practicando, aunque otros expertos creen que el ponernos de pie tuvo más de una ventaja. Así opina Manuel Domínguez-Rodrigo, director del proyecto hispano-tanzano de paleoantropología en Olduvai (Tanzania). "En mi opinión es una explicación buena pero parcial porque el bipedismo fue plurifuncional", asegura a ELMUNDO.es.

En concreto menciona, que a nuestros ancestros les permitió tener una visión mayor del entorno para detectar a los depredadores, una menos exposición a la radiación solar, ahorro de energía en desplazamientos largos, y también el transporte, no sólo de comida, sino de armas.

"Por ello, creo que el trabajo está bien, pero es incompleto en sus conclusiones", concluye el investigador.
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Extraído de El Mundo

Investigación con satélites: descubren 4.000 asentamientos humanos prehistóricos desde el espacio.


Sin necesidad de pisar el terreno con la piqueta, sino con un instrumento a más de 680 kilómetros de altitud sobre la Tierra, un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard ha logrado identificar más de 14.000 asentamientos humanos prehistóricos en la región del noreste de Siria, donde hace miles de años se situó la civilización mesopotámica.
Los investigadores, Bjoern H. Menze y Jason A. Ur, han utilizado un radiómetro llamado ASTER, que está instalado en el satélite Terra de la NASA, lanzado en 1999 al espacio. Gracias a la gran resolución captada por sus imágenes (de 15 metros), Ur y Menze han conseguido identificar un total de 14.312 asentamientos humanos montados durante los últimos 8.000 años.
Para ello, han determinado las características que debían presentar los suelos que han sufrido actividad humana, así como la huella de infraestructuras del pasado en un área de 23.000 kilómetros cuadrados al norte de Siria, pero sin necesitar de visitar un país que en estos momentos sufre una cruenta represión hacia la población de sus dirigentes.
Sin embargo, fue en esa tierra, el llamado Creciente Fértil, donde hace miles de años los primeros seres humanos comenzaron a asentarse y a dedicarse a la agricultura y a la ganadería para alimentar a una población en aumento. Hoy, de aquel pasado remoto, quedan las pequeñas colinas (tell, en árabe) que fueron sus campamentos de adobe y cierta decoloración en la superficie terrestre producida por los cultivos, que ha captado ASTER desde más allá de la atmósfera.
No es la primera vez que los satélites son de ayuda para los arqueólogos. Juan José Ibáñez, del Instituto Milá y Fontanals (CSIC) es uno de ellos. Dirigía en Siria, hasta que estallaron las revueltas, un proyecto de excavación cerca de Homs: un yacimiento de cazadores/recolectores de hace 12.000 años y otro de agricultores de hace unos 7.000. Ahora se ha trasladado a Líbano: "Hace 20 años que utilizamos las imágenes del CORONA, que son en blanco y negro. Nos han servido para identificar los 'tell' y las rutas de comercio", explica a ELMUNDO.es.
Fue así como logró identifica 160 yacimientos en Siria, entre ellos los dos que se decidió a excavar. "Es muy importante la información que ofrecen los satélites porque nos indican el tipo de suelos y de vegetación que hay y, además, nos permite hacer estudios sobre cambios ambientales", añade el investigador español.
Ur y Menze también usaron imágenes del CORONA, pero para contrastar la información que recibían de ASTER y comprobar que era fiable, como resultó ser. Así lo publican esta semana en 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS), en un artículo en el que desgranan algunas de las características de estos asentamientos primitivos.

Asentamientos de la Edad de Bronce.

Así, señalan que unos 12.000 yacimientos serían de más de una hectárea (en total, 856 kilómetros cuadrados), lo que equivale al 4% de todo el área estudiada. Destacan el caso de Tell Brak, uno de los asentamientos de la Edad de Bronce, al norte de Mesopotamia, que ya se conocían. Comparando imágenes en intervalos de 50 metros confirmaron que éstas no sólo reflejaban el uso humano del suelo, sino que inclusodeterminaban los perímetros de ciudades que ya no existen.
Los investigadores de Harvard, en concreto del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), reconocen que es imposible determinar exactamente las fechas de los yacimientos, lo que requeriría una excavación como la de Ibáñez, que tendrá que esperar.
Aún así, reconocen que "se ha demostrado que es posible establecer un mapa bastante real de los asentamientos humanos en las llanuras fluviales".
Otro problema que añade Ibáñez es que, hasta ahora, no han dado georeferencias de situación, pero aún así considera que son un instrumento muy útil para estas investigaciones.
Extraído de El Mundo

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La diosa íbera de la fertilidad.

Hallada la estela de una divinidad en las excavaciones de Puente Tablas.
Los rituales religiosos del mundo íbero han sido siempre todo un enigma. Parece que en este pueblo prevalecía el culto de las divinidades femeninas, de carácter telúrico, aunque también rendían culto al sol y la luna. Ahora, las excavaciones llevadas a cabo por elCentro Andaluz de Arqueología Ibérica (CAAI) en el oppidumde Puente Tablas, en las cercanías de Jaén, han arrojado luz sobre estos ritos.
Ha sido el descubrimiento de una estela antropomorfa el que ha llevado a los arqueólogos a vincularlo con una diosa íbera sobre la fertilidad. Las excavaciones, según ha explicado el director del CAAI, Arturo Ruiz, han permitido localizar una piedra tallada, muy bien conservada, que mostraba dos brazos con las manos abiertas sobre el vientre y restos de un posible cinturón. Se encontraba justo en el centro de la puerta sur del yacimiento, junto a una pequeña capilla lateral, un corredor que estuvo activo durante el siglo IV antes de nuestra era. “Estamos en condiciones de afirmar que la estela representa, esquemáticamente, a una divinidad, posiblemente femenina y dedicada a la fertilidad”, subraya Ruiz.
Al mismo tiempo, en la segunda fase de las excavaciones, se ha documentado la realización de un ritual de sacrificio de un grupo de 13 cerdos domésticos y tres cabras, probablemente en el caso de las cerdas de hembras preñadas, enterradas bajo una cista de piedra, en la que se dispusieron posteriormente dos mandíbulas también de cerda, que se cubrieron con dos grandes piedras cúbicas. Podría tratarse de un ritual de fundación ofrecido a la divinidad representada en la piedra.
Pero los hallazgos de los arqueólogos también han tenido un componente esotérico. Y es que se ha constatado que la puerta sur deloppidum de Puente Tablas tiene una orientación al este, que coincide exactamente con la salida del sol en los equinoccios, momento en el que llega la luz por la puerta hasta la imagen de la divinidad. Para contrastar experimentalmente esta posibilidad, que está siendo asesorada por el doctor Manuel Pérez, de la Escuela Politécnica de Ávila (Universidad de Salamanca), el equipo arqueológico del CAAI ha levantado un dispositivo que recrea las sombras y luces de la puerta, reproduciéndose en cartón a escala 1:1 la imagen de la estela para constatar, desde su posición original, la recepción de las primeras luces de la mañana del sol durante los días en torno al equinoccio de primavera. “Esto sería indicativo de un rito de celebración a la divinidad, seguramente de fiesta, asociado a la fertilidad y a la agricultura”, apunta el profesor Manuel Molinos, subdirector del CAAI.
Los arqueólogos de este centro, con sede en la Universidad de Jaén, han explicado que este rito se reproduce en diversos puntos del Mediterráneo, en países como Italia o Grecia, y dentro de la península en la propia provincia de Jaén, en el santuario ibero de Castellar, así como en Oriente Próximo, “porque no hay que olvidar la relación existente con los iberos a través del mundo fenicio”, precisa Ruiz.
Este descubrimiento se complementa con otro reciente de una inscripción en el santuario ibero de las Atalayuelas en Fuerte del Rey, dedicada a una divinidad denominada Betato o Betatus. “Se puede tratar de una diosa femenina, con ofrendas como la de Puente Tablas, con el santuario también en la misma fortificación, por lo que muy posiblemente estemos ante la misma divinidad y empecemos a conocer el mundo de la religión ibérica, que hasta ahora nos era desconocido tanto en nombre de dioses, como en ritos dedicados a ellos”, expone Arturo Ruiz.
Esta segunda fase ha permitido excavar un corredor monumental construido con mampostería de piedra, enmarcado entre dos muros, que en algún punto alcanzan los dos metros de altura, y tiene un recorrido de 15 metros y un ancho de 3,5 metros. En los próximos meses se acometerá la fase de restauración, con el alzado de las dos torres de la puerta, que se desarrollará bajo la dirección del arquitecto Pedro Salmerón Escobar.
Extraído de El País (Cataluña)

Luz a los dioses precristianos.

Hallado en Coirós un santuario en el que se ven las figuras según la posición del sol.
Han pasado más de dos décadas desde que el arqueólogo Antón Malde se topó por azar con una figura femenina, de rasgos toscos pero expresivos y sexo exacerbado, esculpida en bajorrelieve sobre una roca del cerro de Pena Furada, en el ayuntamiento coruñés de Coirós. Ahora, después de una primera intervención realizada el pasado año, se ha revelado que no se trata de una incisión aislada, sino que forma parte de un monumental y complejo santuario, fechado entre los últimos siglos antes de Cristo y los primeros de la era cristiana y que arroja luz sobre el sistema simbólico y religioso de los pueblos galaicos, antes y durante su romanización.
 El hallazgo es relevante por varias causas, relatan Malde y Manuel Gago, doctor en Ciencias de la Comunicación, divulgador y la otra pata de un proyecto arqueológico singular, basado en la participación social. Hasta la fecha la investigación sobre la Edad del Hierro II en Galicia se ha encerrado en los castros, rara vez ha sobrepasado sus muros. En cambio, Pena Furada es un monte, con unos 280 metros sobre el nivel de mar, situado en un área vacía de este tipo asentamientos. Además, el conocimiento sobre las creencias de estos pueblos se limitaba casi a las aras romanas y a las inscripciones en ellas practicadas, pero no abundan las representaciones figurativas de sus dioses ni este tipo de estructuras arquitectónicas. Este yacimiento añade nuevos elementos para una intrincada gramática que solo se está entendiendo “de manera parcial”, en palabras de Gago.
Una de esas novedades, nunca probada en Europa para esta época, es el control sobre la incidencia que la luz solar tiene en el conjunto y las conexiones astrales que plantea. Así, la figura de A Moura —es probablemente una diosa de la fertilidad—, ubicada en un podio, en la parte más elevada del complejo, se revela con toda claridad al mediodía. Sin embargo, el otro antropomorfo, quizás masculino, es más visible hacia el ocaso. Malde está convencido de que no es casual. Tampoco lo es, a su juicio, que la vulva del bajorrelieve sea irradiada por el sol en su máxima intensidad durante el equinoccio de primavera, momento del año ancestralmente celebrado por fiestas y rituales. Ni que a diferencia de la estructura general del santuario, que se desarrolla en un eje norte-sur, esté orientada al oeste, relacionado con el mundo del más allá, según la tesis de Fernando Alonso, que también estudió A Moura.
Al margen de las implicaciones simbólicas —“no le podemos preguntar al druida”, ironiza Malde sobre las dificultades para determinar el uso del complejo—, destaca la concepción arquitectónica y su proceso constructivo. En el noroeste peninsular existen un puñado de santuarios similares, en los que se advierte la influencia romana. Sin embargo, Pena Furada es un caso único porque, explica su descubridor, permite rastrear el paso de una arquitectura informal, a base de materiales perecederos y sin ánimo de permanencia, a otra formalizada, realizada a partir de un proyecto constructivo cimentado en un conocimiento técnico “muy relevante”.
Se trata de un recinto rodeado por fosos y muros y tendente a la regularidad, aunque la orografía impide que la planta sea un rectángulo perfecto. Para llegar a la parte central hay que atravesar por varias puertas sin ningún fin estructural, sino simbólico. Y detrás del podio se construyó un pequeño habitáculo, a modo de balcón con vistas al Monte do Gato, una referencia visual de la zona. Precisamente, para observar esa colina, que acoge restos megalíticos, subió Malde a Pena Furada el día que se encontró por primera vez con el bajorrelieve de la diosa.
Para futuras campañas quedan abiertos varios interrogantes, como el fijar unas cronologías más concretas a partir de las dataciones de los materiales encontrados. Así, una de las cuestiones centrales es hasta cuándo se utilizó el recinto. Malde y Gago sugieren que ya con la cristianización consolidada siguió siendo un referente para los habitantes del lugar. De hecho, la iglesia de Santa María de Lesa, a unos 800 metros, está dedicada a una mártir galaicorromana con reminiscencias de A Moura, ya que se le atribuye una extraordinaria fecundidad, al haber parido simultáneamente a nueve hijos. En cualquier caso, la zona mantiene un halo de misterio; nunca fue ocupada ni utilizada con fines agrícolas, y los investigadores detectaron reticencias de los lugareños a hablar sobre ella.
Con todo, los hallazgos arqueológicos no son lo único singular de este proyecto. Sus responsables propugnan un modelo de arqueología distinto al tradicional, en el que la sociedad se implique directamente. Por ello, en la intervención de 2011 —trabajos de limpieza, todavía no se ha excavado— participaron cerca de 50 personas, convocadas por internet, además de operarios del Ayuntamiento de Coirós. El objetivo es que la ciudadanía “se apropie del espacio” y se involucre emocional e intelectualmente con el patrimonio, del que ahora vive “alejada”. Y en ese camino la Red es instrumento básico; durante la intervención transmitían sus pasos en tiempo real en las redes sociales, y en su web (www.penafurada.net) vuelcan los resultados obtenidos –textos explicativos, vídeos, fotos--. Un ejemplo de que la “socialización del conocimiento” es viable.

En busca del misterio de los númidas.

Arqueólogos catalanes desentierran en las ruinas de Althiburos, en Túnez, el pasado de los jinetes más famosos de la antigüedad.


“Eorum in equitatu maxima laus fuit”. Su mayor gloria fue la caballería. La palabra númidas conjura la vertiginosa imagen de la caballería ligera más famosa y decisiva de la antigüedad. Los jinetes que ayudaron a Aníbal a convertirse en leyenda, que luego colaboraron resolutivamente a su derrota en Zama y que más tarde cabalgaron junto a César en sus campañas en la Galia. Convertida en indispensable fuerza auxiliar de las legiones, la caballería númida era tan emblemática como los honderos baleares, los arqueros cretenses o los nadadores bátavos. Tito Livio, admirado de su virtuosismo ecuestre los comparó con los desultores del circo, los acróbatas caballistas, por tener la misma capacidad de saltar de un caballo a otro, incluso en pleno combate. ¿Pero quiénes eran esos númidas ágiles y veloces que han dejado un rastro de sobresaltado respeto en el mundo antiguo?
Originarios de Numidia (abundante en feroces leones, decía Plinio), un reino que comprendía partes de Argelia, Túnez y Marruecos, entraron en contacto con los cartagineses, que los usaron como mercenarios (Serge Lancel ha dicho que fueron para Cartago lo mismo que los cosacos para el imperio ruso), y luego con los romanos. Divididos en tribus y facciones, a menudo enfrentadas, los númidas apoyaron a Cartago o a Roma y guerrearon contra una y otra en las Guerras Púnicas. Entre sus caudillos figuran grandes personajes de la antigüedad como Sifax, aliado de Cartago y casado con la desgraciada Sophonisba, entregada por su padre Asdrúbal Gisco; Naravas, inmortalizado por Flaubert en Salambó; Masinisa, amigo de Escipión el Africano, y Jugurta, que tuvo en jaque a la república romana con sus guerras y sobornos.
Las fuentes clásicas nos dan información escasa y confusa sobre el pueblo númida, más allá de su relación con Roma, y la historiografía y la arqueología no los ha tenido muy en cuenta. Así que en realidad son unos grandes desconocidos y si historia está llena de enigmas. A resolverlos en lo posible se dedican ahora sobre el terreno un grupo de arqueólogos de la Universidad de Barcelona (UB) encabezados por Joan Sanmartí que excavan desde 2006 en el yacimiento númido-romano de Althiburos (actual el Medeina), en el noroeste de Túnez, en la provincia de el Kef, a 215 kilómetros de la capital del país y a menos de 50 de la frontera argelina.
Las excavaciones, un proyecto catalano-tunecino en el que colabora el Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC), trata de sacar a los númidas de la oscuridad de la historia y de momento ya ha conseguido hacer retroceder su pasado la friolera de medio milenio, hasta al menos el siglo IX antes de Cristo. Alguno puede pensar que la cronología númida no es algo para quitarnos el sueño y menos con la que está cayendo, pero descubrir que hubo una gente en el Magreb que ya se había sedentarizado y construía núcleos urbanos antes del contacto con cartagineses y romanos es un puntazo para nuestra arqueología.
“La idea de excavar allí nació al observar el vacío de conocimientos que tenemos del mundo africano pre romano”, explica Sanmartí en su abigarrado despacho de la UB en el que destaca una vieja reconstrucción de la Acrópolis y la más bien incoherente foto de un grupo de guerreros apaches, entre ellos Jerónimo. “Existe un gran desequilibrio en comparación con lo que sabemos de la historia de la otra orilla del Mediterráneo, situación que tiene que ver con los planteamientos colonialistas con los que se ha trabajado en el Magreb, una arqueología de legitimación de la ocupación occidental que exaltaba y ponía en valor el pasado romano ignorando e incluso ocultando las muestras de civilización autóctona”. En Althiburos, como en la mayor parte del norte de África, esas huellas están bajo las ciudades romanas, si exceptuamos las grandes tumbas reales númidas.
Otra razón que ha llevado a Sanmartí y su equipo a excavar es el interés por estudiar el proceso de formación de los Estados antiguos. La misión de la UB ha aprovechado las buenas relaciones catalanas con Túnez y la receptividad tunecina ante el proyecto, aunque luego se han encontrado con la Primavera Árabe y la revolución que derrocó al presidente Ben Alí, lo que les costó no poder excavar el año pasado. Regresan el próximo día 30.
“De los númidas sabíamos que en la Segunda Guerra Púnica, en el siglo III antes de Cristo ya eran importantes, así que en el siglo IV cuando menos ya debía existir un Estado númida. La Numidia de las fuentes clásicas, como Salustio, es un mundo de grandes monarcas sometido a tensiones y turbulencias sucesorias, que Roma aprovecha y a menudo instiga. ¿Pero qué había antes?”. Le pregunto al estudioso antes de seguir cómo hemos de imaginarnos físicamente a los númidas. “Eran bereberes, paleo bereberes si quieres, hay una continuidad muy clara con ellos, de idioma, de escritura, el amazigh. Su estructura política era de base tribal, no tenían una idea de estado nacional moderno; una serie de grandes señores elegirían a un primus inter pares como rey. Las fidelidades eran variables y fáciles de comprar. Esa propensión a cambiar de bando que observamos en los númidas también se da en los iberos”.
Allthiburos está en un altiplano a casi 800 metros, un lugar muy bonito en el que destacan las ruinas de la ciudad romana, foro, capitolio, teatro. “Excavamos a lado y lado del capitolio, donde podemos; hemos encontrado los niveles antiguos númidas. No hay elementos visualmente espectaculares pero hemos hallado la pared de piedra más antigua de África, descontando las estructuras prehistóricas. Del siglo IX o X a. de C. No conocíamos ni una sola pared númida anterior al siglo III a. de C. Como ves resulta un salto temporal extraordinario”. Sanmartí subraya que se aprecia en la estratigrafía una evolución fluida y una continuidad cultural. “Es el primer paso para hacer una documentación científica de este mundo. Cierto, el interés monumental es muy pequeño, pero hemos llevado a los númidas 500 años atrás en la historia, hasta el siglo X a. de C, medio milenio antes de lo que nos mencionaban las fuentes escritas. Ahora sabemos que eran sedentarios en ese momento tan remoto, cultivaban viña, y luego olivo; no eran nómadas, se habían asentado. Y lo habían hecho puramente por desarrollo propio y no por influencia de Cartago. Había empezado el camino hacia estructuras estatales”.
Le pregunto a Sanmartí que habría pasado de no mediar los cartagineses y romanos. “Es una ucronía, ¿habrían desarrollado conceptos de ciudadanía como los del mundo griego y luego romano? No parece, su base era muy tribal, no creo que hubiesen dado lugar a una gran civilización de referencia”. En todo caso, recalca, para un país como Túnez es muy importante descubrir la dimensión histórica de su pasado, aunque también es cierto, matiza, que se recela en algunas instancias de los orígenes identitarios amazigh, bereber. Se ve a los númidas como paganos remotos, preislámicos. Más sospechosos que los cartagineses, al fin y al cabo de lengua semita.
Dese el punto de vista humano, Sanmartí está encantado con la experiencia. “La gente en el mundo rural tunecino es muy hospitalaria y amable; conservan identidades tribales”. No considera que los cambios en Túnez hayan traído un clima malo, y es optimista sobre el futuro del país. Los trabajos de la UB, de los que se acaba de publicar un impresionante primer volumen de memoria científica, no acaban en Althiburos: realizan prospección en todo el valle, estudian monumentos megalíticos, quieren excavar un gran túmulo. .. Los viejos jinetes, pues, seguirán revelando sus secretos.