Extraído de El Mundo
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Extraído de El Mundo
Fuentes, norias y pilones de Llerena. Un atentado contra el patrimonio histórico.
De la misma forma es una pena, y una agresión al patrimonio llerenense, el haber acabo con todos los pilones que surtían de agua a nuestros ganados. Se me ocurren algunos, ya desaparecidos, como el que estaba situado en el comienzo del camino de la Albuera, en frente del actual parque de bomberos; el que se hallaba en el actual recinto ferial, donde ahora han puesto un banco de piedra, que dudo que sea más interesante que el susodicho abrevadero; el que estaba situado cerca de "la Remonta"; o el que surtía la zona del Barrio del Pilar. Seguro que hay muchos más que no recuerdo.
No creo que sea ninguna majadería lo que estoy diciendo. Se me ocurren muchos ejemplos de otras ciudades que han preservado sus surtidores como parte de su patrimonio histórico, integradas en el urbanismo como elementos ornamentales. El otro día estuve visitando Zafra, por su feria, y pude observar lo bien cuidado que tienen un pilón, que en su tiempo sirvió de abrevadero a las reses, justo en frente de parador turístico. Sentí cierta envidia y nostalgia al recordar todos los que en Llerena se han destruido.
En definitiva, con todo esto no quiero decir que se deba conservar todo, ya que sería imposible para el avance urbanístico de Llerena. No obstante, hay ciertos elementos de los citados que se podrían haber intercalado entre las nuevas construcciones como elementos decorativos y, a su vez, como hitos del pasado. Es cuestión de que la administración pública hubiera mostrado, o muestre, un mayor interés y se hubiera preocupado por saber que no sólo se debe conservar la arquitectura monumental. Las fuentes, las norias y los pilones de agua, que durante tantos años abastecieron al pueblo, son tan importantes históricamente como cualquier lienzo de muralla o cualquier fachada mudéjar. El problema está en que actualmente “la moda” dicta que se deban restaurar sólo dichas fachadas, y todo lo demás es como si no existiera. Lo que no se quiere ver no existe, así que se destruye con total impunidad.
En resumen, este atentado contra el patrimonio histórico del pueblo me parece vergonzoso porque se está acabando con la memoria más reciente y cotidiana de Llerena. Se está mutilando el recuerdo, y por lo tanto la historia, de cada ganadero, hortelano o agricultor que usó nuestras fuentes, nuestras norias o nuestros pilones. Estamos evaporando la historia y el agua que dio de beber a nuestros antepasados llerenenses.
Fuentes desaparecidas:
Lugar de la fuente de la Plazuela del Peso.
Lugar de la fuente de los Cañitos, en el Paseo de San Antón.
Lugar de la fuente del Arrabal de Tejeiro.
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Lugar de la fuente del “Barrio de la Guita”.
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Lugar de la fuente del Botón, en la Travesía del Botón.
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Lugar de la fuente de la Calle del Cristo.
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Fuente de Zurbarán, en la Plaza de España.
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Fuente Pellejera, en la Plaza de la Fuente.
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Noria desaparecida:
Lugar de una noria, en las traseras del Parque de la Constitución.
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Noria que se conserva (por el momento):
Noria de la “huerta del Orejón”.
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Pilones desaparecidos:
Lugar de un pilón, en el recinto ferial.
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Lugar de un pilón, en el “Barrio de la Guita”.
Haciendo memoria. 1979 y las momias de la torre de Llerena.
He buscado en Internet el mismo artículo que figura en el recorte que tengo guardado para exponerlo en el blog, pero veo que los textos más antiguos del archivo del Diario Hoy datan del año 2006. No obstante, he fotografiado algunas partes del recorte, para mostrar, sobre todo, las fotos. Además, he encontrado dos artículos de 1979, que hacen referencia a esta misma noticia, en el archivo del Diario El País. Aquí las expongo para que podáis verlas y leerlas:
Hasta el momento se han encontrado más de 2.000 cadáveres.
Julián Leal. 07/07/1979
Los cadáveres encontrados durante los trabajos de restauración en la plaza y en el interior de la iglesia de la Virgen de la Granada, en la localidad de Llerena (Badajoz), cuyo número ascendía ayer a más de 2.000, son objeto de estudio por parte de equipos de antropólogos de las Universidades de Madrid y Barcelona. Según opiniones de los especialistas, el depósito de esqueletos se debe al enterramiento continuo de cadáveres durante un largo período de tiempo, que puede abarcar cuatro o cinco siglos. La próxima semana se procederá al estudio de las momias.
Los restos hallados en Llerena pertenecen al siglo XVII y anteriores. Como hipótesis, se relacionan con los tribunales de la Inquisición, con una posible epidemia o con el traslado de algún cementerio. Profesores de la Universidad de Extremadura, en Cáceres, han protestado por no haber sido informados y denuncian que, «una vez más, nuestro patrinionio cultural está saliendo de Extremadura».El hallazgo de Llerena sorprende no sólo por la cantidad de restos humanos descubiertos, sino también por una serie de circunstancias que han intervenido en el descubrimiento. Ello ha dado lugar a las lógicas especulaciones, producto por ahora de la fantasía popular, que habla de ajusticiamientos y enterramientos de las personas mientras éstas tenían vida.
En una pequeña estancia de la iglesia de la Granada, a la que se accede por una empinada escalera, se contempla un decorado aterrador y macabro. El habitáculo está sirviendo de almacén de los numerosísimos restos aparecidos y, aunque se encuentran ya algo mermados, tras el acopio que otro equipo de antropólogos de la Universidad Complutense de Madrid ha hecho de gran cantidad de restos, todavía quedaban allí los suficientes como para evaluar la magnitud del hallazgo. Mientras cuatro antropólogos catalanes envolvían indiferenles los cráneos mejor conservados en papeles y los depositaban en una gran caja de cartón, muchos curiosos subían hasta allí para contemplar el tesoro. Por el suelo, y esparcidos por la estancia, rnultitud de cráneos aparecían a la vista, mientras que, junto a la pared, una enorme pila con el resto de miembros cubría una amplia zona del recinto.
El mayor número de restos fue hallado en la plaza de Llerena, junto a la iglesia, y ya entonces empezó a sorprender el enorme yacimiento que se había encontrado. Sin embargo, y cuando en el interior de la torre de la iglesia (en otro tiempo minarete de mezquita) se descubría un vano que ocultaba una antigua escalera, el hallazgo adquirió un matiz más relevante, que dio paso a las especulaciones y a la posibilidad de que aquellos esqueletos correspondieran a personas que habían sido tapiadas mientras vivían.
Llerena y la Inquisición
El descubrimiento de este ingente osario y las posibles muertes violentas de los cadáveres encontrados parece entroncarse con la Inquisición, que en Llerena tuvo importante sede, y en cuya plaza, del siglo XVI, de deliciosa arquitectura, se celebraban autos de fe. A uno de sus laterales mira la puerta principal de la iglesia de la Granada, cuyo interior nadie sabe desde cuándo ha sido nicho de los cuerpos sin vida.
El párroco de la iglesia no quiere oír hablar de muertes violentas, y para él todo esto ha sido llevado demasiado lejos sin justificación, estimando natural el hallazgo y asombrándose de que las gentes comiencen con vanas especulaciones. El alcalde, señor Vázquez Alvarez, de UCD, considera que no hay que tratar de restar importancia al hecho; para él está claro que en muchas de las calaveras encontradas la huella de una muerte violenta está presente, sin entrar ni salir en que haya sido o no la Inquisición. Incluso nos muestran la fotografía de un objeto, presumiblemente de tortura, que fue hallado rodeando el cuello de un esqueleto. Hallazgos de otro tipo y de época muy reciente se están encargando de enmarañar aún más todo esto.
La labor del descubrimiento del hueco continúa, y de él se siguen extrayendo muchos restos. Los antropólogos catalanes distinguen en ellos varios tipos que corresponden a épocas diferentes, aunque no se aventuran a aportar dato alguno hasta que los análisis revelen la época de los cuerpos.
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FRANCISCO UMBRAL 10/07/1979
Llerena está hoy aquí, Llerena somos todos, Llerena de empalados y desenterrados, leva de muertos, remolino ascendente, espiral de esqueletos hacia el campanario, visión como de un Greco que ha visto a Valdés Leal.Porque la actualidad nos trae al mismo tiempo la letra con su estampa, el documento episcopal contra el aborto / píldora / divorcio y la lámina de Llerena, estampada en carroña por los siglos. No entro ahora -como anda la prensa- en si los esqueletos y momias de Llerena son víctimas de la Inquisición (y entre ellas hay un gato, querube inverso de la brujería), pero digo que el documento episcopal, la mitrada prosa, la negra negativa de la Iglesia española (y supongo que romana) es un Llerena, una Llerena más actual y grave, es una tenue y férrea inquisición, bien respondida, glosada (negativamente) y desencapuchada por los editorialistas dominicales de este periódico, Eso es lo que digo.
La letra con su estampa, por si alguien no lee letra menuda. El párroco de Llerena se defiende, defiende a sus momificados feligreses, incardinándose en una culpa retroactiva que a lo mejor ni siquiera existe. Pero nada mejor que ese Tápies involuntario de los muertos, ese Millares henchido por el tiempo, ese aguafuerte extremeño de Llerena para ilustrar, siquiera sea como alegoría (género muy utilizado por la Iglesia), la sutil inquisición que quiere hacérsenos, dando por supuesto que la mayoría católica española (eso que Arangurén llama certeramente cristianismo sociológico) debe imponerse celestialmente, infernalmente, a las inmensas minorías juatirramonianas y agnósticas. ¿Por qué?
Llerena está entre nosotros, Llerena somos nosotros, Llerena es toda España, menos Llerena, quizá, el pueblecito de Badajoz donde se ha descubierto ahora una falsa y posible apoteosis de enterramientos en sagrado, y nada más, que estudian ya los sabios catalanes (no se olviden del gato, por favor).
El gran emparedamiento, la Llerena de letras que pretende momificarnos en papel de barba, es ese nuevo documento episcopal, llámese como se llame, esa pira arzobispal, tea teológica, que no se limita a orientar a sus fieles (como le señala este periódico), sino que distribuye entre la sociedad y los mass / media, entre la juventud y el personal, sus conceptos de lo bueno y lo malo, entrando hasta la ciencia, que nunca se ha visto un Papa besando el suelo de un laboratorio, como besan, con edificante humildad televisiva, las tierras más infecundas de la Tierra, o los firmes hormigones del industrialismo. ¿Y si entre los emparedados de Llerena estuviera Miguel Servet, con cara de judío enteradísimo, o Galileo, humilde, terco y asustado?
Ya que los muertos de Llerena se han desenterrado a sí mismos, no vamos a desenterrar los muertos de la reciente Historia, o los Caídos (que me escribe Juan de Avalos diciendo que el Valle se hizo por desconcierto y patriotismo, vale). Pero Jesús Quintero ha estado en Cuenca, en la primera misa de media docena de misacantanos, que más no da la mucha mies de siempre, ordenados todos por monseñor Guerra Campos, y Quintero le ha grabado a Guerra unas bellas proclamas de integrismo, de inquisición conquense, que hacen palidecer, una vez más, los colores abstractos, matinales, del Museo de Saura, recientemente injuriado por la mano inocente de la llama.
No ya el anticlericalismo viejo, comecuras, de galvanizar ahora los dudosos muertos de Llerena, pero sí la estampación de muertos hecha por la prensa como manera de decir, pronto y seguido, que un Llerena más grave, más urgente, es la tupida insistencia arzobispal en gobernar España desde Cuenca, Toledo, desde Madrid o desde el cielo. Hay dos Españas, cuando menos, y no todas católicas, ni hablar, y un día, siglos adelante, podemos aparecer los españoles, fósiles de Llerena o del Skylab, emparedados del siglo XX, tan antiguo, en la argamasa clerical y eterna de un documento que nos momifica, que nos deja sin vida personal, sexual, relacional. Un holocausto. Con Llerena hemos topado.
Mis fotos de Zafra y otros asuntos.
Volviendo a Zafra, aquí expongo las fotos que tomé para que, aquellos que no son de aquí, se animen a visitar Extremadura y sus pueblos.
Ya es otoño en Llerena
Llerena después de su conquista
El hecho de ser residencia frecuente de los Maestres de la Orden de Santiago, favoreció que Llerena, en el siglo XV, llegara a ser la capital del Priorato de San Marcos de León. Por ende, desplazó a Reina como centro más importante de este territorio. Pasó a ser, por lo tanto, el centro administrativo más relevante de la provincia de León, adquiriendo además la sede de la Mesa Maestral de la Orden. Asimismo, percibió el gobierno de más de treinta pueblos que dependían del Prior de la Orden de San Marcos de León.
Por otro lado, Alonso de Cárdenas prestó sus servicios a los Reyes Católicos en la Guerra de Sucesión Castellana, donde tuvo a sus órdenes a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. En Llerena, construyó la iglesia de Santiago en el solar donde antes se hallaba la ermita de San Pedro. Asimismo, dotó al recinto amurallado de algunas de las puertas más importantes de la ciudad. Don Alonso murió en 1493 y fue enterrado en su sepulcro de la Iglesia de Santiago.
Breves apuntes sobre Pelayo Pérez Correa y la conquista de Llerena.
En el siglo XIII, los cristianos se encontraban inmersos en la conquista de la zona del sur de Extremadura. Así, a Llerena le llego su turno en los años cuarenta de este mismo siglo, cuando Pelayo Pérez Correa, un maestre de la Orden de Santiago, tomó la población al frente de un ejército cristiano de su Orden. Fernando III de Castilla, según cuentan las fuentes, le había confiado a este personaje la reconquista de toda la Sierra Morena.
Paio Peres Correia, nombre portugués de Pelayo Pérez Correa, nació en 1205 en el seno de una noble familia, en Monte de Fralàes en Portugal. Sus orígenes como guerrero conquistador los encontramos en Alcácer do Sal en 1228, donde participó en la toma del Alentejo. Fue, por ejemplo, el artífice de la captura de Mértola. En los años siguientes siguió esta labor descendiendo hasta Ayamonte, practicando así una escisión en las posesiones musulmanas del sur.
Pelayo Pérez alcanzó el rango de Gran Maestre de la Orden de Santiago en Mérida en 1242, cuando sucedió a Rodrigo Yáñez. Fue entonces cuando pasó a estar al servicio de Fernando III de Castilla y de su hijo, el futuro Alfonso X el Sabio. Sus próximas correrías tuvieron lugar en la zona levantina, ocupando poblaciones como Chinchilla de Monte-Aragón en 1242, o Cartagena, Lorca y Mula en los años siguientes. Posteriormente, fue destinado a la zona de Sierra Morena, donde controlaría plazas como la alcazaba de Regina, desde donde controlaría toda la zona que después se denominaría Campiña de Llerena. No obstante, uno de los mayores logros de su carrera militar fue la toma de Sevilla, una de las plazas fuertes de control islámico.
El Maestre Pelayo falleció en 1275 en Tentudía, en el monasterio que él mismo había fundado y que fue la encomienda mayor de la Orden de Santiago. Su cargo como maestre fue ocupado por Gonzalo Ruiz Girón. Mucho tiempo después, en el siglo XVIII, sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia de Santa María del Castillo en Tavira (Portugal). Sin embargo, otras fuentes indican que sus restos mortales se encuentran aún en el Monasterio de Santa María de Tentudía, en la localidad Calera de León (Badajoz).
Por otro lado, Llerena comenzó a tener un papel más importante a partir de su conquista cristiana en el siglo XIII. En este aspecto no coinciden todos los investigadores. Unos opinan que en realidad no tuvo tanto protagonismo, y otros que fue una plaza importante para la conquista cristiana de toda su zona limítrofe. Fue Pelayo Pérez Correa quien, desde la alcazaba de Reina, comenzó a organizar la administración militar y civil de toda la comarca. Asimismo, fue uno de los encargados de impulsar la creación de la Provincia de León, de la Orden de Santiago en Extremadura. En este aspecto, se puede afirmar que fue Llerena la población cabecera durante varios siglos. Pero este aspecto lo trataré, con más detenimiento, en próximas publicaciones en el blog.