Trajano y Adriano: los emperadores hispanos que marcaron la historia de Roma

Dos destinos entrelazados por la adopción y el poder Imagen ilustrativa e idealizada de Trajano. Trajano y Adriano fueron dos de los emperad...

Descubren en Atapuerca la prueba más antigua de canibalismo entre humanos.

Los antepasados humanos de hace 1,3 millones de años que habitaron Europa se comían a sus congéneres. Un fragmento de húmero, encontrado en la Sima del Elefante, en la sierra de Atapuerca, muestra las marcas típicas realizadas cuando los primitivos homínidos trataban de sacar la médula del interior de los huesos, lo que le convierte en la prueba más antigua de canibalismo humano hallada hasta ahora.

El hallazgo, realizado por la joven paleontóloga Gala Gómez Merino, tuvo lugar hace unos días en el nivel 9 del yacimiento, en el que en 2007 ya se localizó una mandíbula, que fue portada de la revista 'Nature'.

Al año siguiente la falange de una mano de un individuo de hace 1,3 millones de años, el más primitivo de Europa encontrado hasta ahora.

Tras un primer análisis, los paleontólogos observaron que el húmero presentaba marcas de descarnación realizadas con utensilios de piedra, iguales a las de los fósiles de otros animales encontrados en el mismo nivel.

"Está claro que alguien trataba de sacar la médula del hueso, muy apreciada en la alimentación, y que se trataba de una humanidad muy primitiva, 400.000 años más antigua que el 'Homo antecessor' de la cercana Gran Dolina", explica José María Bermúdez de Castro, codirector en las excavaciones de Atapuerca.

Casos de canibalismo ya están bien documentados en el nivel 6 del yacimiento al que se refiere el paleontólogo. De hecho, los investigadores se plantean ahora una posible relación entre los homínidos de ambos lugares, aunque estuvieran tan separados en el tiempo.

"Existe la posibilidad de que tuvieran un origen común en Próximo Oriente y que luego llegaran hasta esta sierra y sean unos descendientes de otros. Otra posibilidad, que me parece más factible, es que tuvieran un origen común, pero llegaran hasta aquí en diferentes oleadas", argumenta Bermúdez de Castro.

En el caso de la Gran Dolina se sabe que esta práctica de comerse a los congéneres, que también han practicado otras especies humanas, se debía a una lucha por un territorio que, hace 900.000 años, era más cálido y contaba con mucha agua, por lo que había una gran competencia por conservarlo. Una vez que mataban a los competidores, se los comían.

Los investigadores están convencidos de que, debido a la inclinación del nivel 9 de la Sima del Elefante, muchos más restos de este individuo se acumulan bajo el camino de la Trinchera del Ferrocarril, que divide el lugar.

De hecho, la Junta de Castilla y León tiene un proyecto realizar un puente que permita excavar en ese lugar sin impedir el acceso a otros yacimientos de la Sierra, lo que, sin duda, dará lugar a nuevos hallazgos sorprendentes en Atapuerca de aquellos primeros europeos.
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Extraído de El Mundo

Cuando Madrid no existía.

La capital soporta el tópico de ser una ciudad sin Historia, una mera urbe administrativa aparecida de la nada por el capricho de Felipe II de traer la Corte al centro de España. «De acuerdo, entonces no tenía comparación con Ávila ni Toledo, pero ya era una ciudad importante», desmiente Eduardo Salas, director del Museo de los Orígenes. La exposición «Los orígenes de Madrid», desde el Paleolítico hasta el siglo XVI, muestra la historia de la ciudad antes de ser la capital del reino.

La actual ciudad de Madrid siempre ha estado habitada desde la Edad de Piedra. Los mamuts merodeaban Carabanchel, y el Museo de los Orígenes da fe con un colmillo del animal prehistórico. El valle del Manzanares era pasto para los rinocerontes de pradera, ciervos gigantes, caballos y demás fauna con 500.000 años de antigüedad.

El primer madrileño del que hay constancia, sin embargo, tendría que esperar. El molar de un niño de siete años, también vecino de Carabanchel, es el primer vestigio humano hallado en la capital. Un neandertal de 150.000 años. Los humanos, a pesar de que todavía eran nómadas, ya no se marcharon de Madrid. Dejaron para la posteridad desde herramientas de piedra sencillas, como simples cantos con un filo; hasta utensilios complejos como cuchillos y cepillos.

El total de 153 piezas, procedentes de los fondos del propio Museo de los Orígenes, estarán expuestas hasta la finalización de las obras de remodelación del edificio, previstas para este otoño.

La ganadería y la agricultura en la actual capital convirtieron a los madrileños definitivamente en sedentarios. Los hallazgos de las primeras construcciones para habitar son cabañas ubicadas en el entorno de Ciudad Universitaria en pleno Neolítico.

La sociedad progresaba y los ritos funerarios tomaban forma. Como el primer enterramiento, ya en la Edad de Bronce: una fosa tapada con una losa de piedra y cubierta con vasos cerámicos. La útil metalurgia del cobre se desarrolló en paralelo al trabajo con el oro, empleado ya entonces para ostentar, como revelan las pulseras expuestas.

«Villae» Romana.

La única ciudad romana en la región fue «Complutum» (Alcalá de Henares), pero las «villaes» se repartían por todo el territorio hasta su abandono con la invasión visigoda. En Villaverde Bajo se hallaron restos de la explotación agraria de una villa romana: un mosaico geométrico, la cabeza del dios Silvano (protector de la agricultura) y una vajilla de mesa.

Madrid esperó a la ocupación musulmana para recibir un nombre, Magerit. Muhammad I, en el siglo XI, la creó como punto militar estratégico para la frontera norte del emirato de Córdoba. Los restos materiales encontrados son mayoritariamente utensilios de cocina; pero también un peón de ajedrez de la época.

Alfonso VI incorporó el enclave al reino cristiano y amplió el área amurallada. Los numerosos recipientes para contener líquidos demuestran la importancia otorgada al abastecimiento de agua. Madrid ya no dejaría de aumentar paulatinamente hasta la llegada de la Corte.

Desde entonces, el crecimiento de la ciudad fue exponencial, pero eso ya es otra historia fuera de la arqueología expuesta en «Los orígenes de Madrid».
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Extraído de ABC

Los monos aprenden reglas básicas de gramática.

La habilidad de estos animales es la misma que ayuda a los niños a aprender los fundamentos del lenguaje.

A las capacidades cognitivas de los primates no humanos, que nuevos estudios no cesan de ampliar, se une ahora un sentido primitivo de la gramática, según publica un grupo de científicos de la Universidad de Harvard (EEUU) en Biology Letters.

Los investigadores partieron de una observación: muchos idiomas construyen palabras combinando sistemas de prefijos y sufijos. Incluso en otras especies, como aves, ballenas o monos, la concatenación de los sonidos en un orden particular es crucial para transmitir el mensaje.

Esto, indican los científicos, les indujo a plantear que el lenguaje humano se basa en patrones ancestrales no lingüísticos facilitados por los mecanismos de la memoria.

El modelo animal elegido fue el mono tití de cabeza blanca (Saguinus oedipus). Los autores del trabajo sometieron a 14 de estos animales a un aprendizaje acústico de palabras inventadas que tenían en común un mismo prefijo. A través de unos altavoces, los monos escuchaban una lista de palabras como shoybi, shoyka, shoyna o shoyro.

Al día siguiente, tocaba examen. El test consistió en reproducir por el altavoz una nueva lista de palabras, pero en este caso, alternando algún vocablo incorrecto, en el que shoy aparecía al final y no al comienzo de la palabra. El método era simple: comprobar si, al escuchar la palabra errónea, los monos se quedaban mirando el altavoz. "Esto es exactamente lo que hicieron", dice el director del estudio, Ansgar Endress.

Según los autores, esta habilidad básica de los monos es la que también ayuda a los niños a aprender los fundamentos del lenguaje.
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Extraído de Público

El pescado, menú de los primeros humanos modernos.

La imagen de los primeros humanos modernos con la lanza en ristre, dispuestos a cazar un venado, podría trocarse desde ahora por otra en la que aparecen empuñando una primitiva caña, si se confirma que hace ya 40.000 años a nuestros antepasados les gustaba el pescado de agua dulce, y que en algunas zonas de China llegó a ser uno de los platos principales de su menú cotidiano.

Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores chinos, con la colaboración de Erik Trinkaus (de la Universidad de Washington), tras analizar los huesos de los fósiles de un humano moderno de hace 40.000 años.

Los huesos, que fueron localizados en la cueva de Tianyuan (a la que debe su nombre, 'Tianyuan 1'), corresponden a uno de los 'Homo sapiens' más primitivos hallados en Eurasia y en su día, cuando se publicaron en la revista 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS) causaron un gran revuelo científico. Según defendía entonces Trinkaus, demostraban que los humanos modernos no proceden todos de África, sino éstos se cruzaron con otros más primitivos que habitaban en Eurasia, por lo que la evolución habría sido multirregional, es decir, diferente en cada zona.

Análisis de isótopos.

Ahora, estos mismos huesos se han sometido a un análisis isotópico y los altos niveles de nitrógeno encontrados reflejan, según publican los investigadores de nuevo en PNAS, un alto consumo de pescado. El dato fue contrastado midiendo también los niveles de sulfuro.

No es la primera vez que se detecta el consumo de este alimento en ancestros humanos. De hecho, en Gibraltar ya se ha comprobado que los neandertales comían marisco y peces. La diferencia es que en este caso se detecta este cambio en la dieta en el momento en que se produjo la expansión de la especie y que es la primera evidencia de una explotación significativa de los recursos acuáticos por parte de los sapiens primitivos, algo que sólo se había sugerido en estudios anteriores, según argumentan sus autores.

Los paleontólogos, dirigidos por Yaowu Hu, del Instituto Max Planck de Alemania, especulan con que fue el aumento de la población y la presión sobre otros re cursos lo que impulso a 'Tianyuan 1' a lanzarse a pescar, aún no se sabe cómo. Recuerdan que en ese tiempo los humanos modernos cruzaron Eurasia y se dispersaron con rapidez.

El paleontólogo José María Bermúdez de Castro, no se sorprende de esta dieta de pescado que, afirma, podría remontarse hasta el Homo heildergensis de Atapuerca, donde se han encontrado fósiles de salmones, aunque no se sabe si consumidos o no por homínidos.
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Extraído de El Mundo

La Biblia cristiana más antigua, ahora en Internet.

Alrededor de 800 páginas de la primera Biblia cristiana de la que se tiene noticia estarán a disposición de los internautas en la web www.codexsinaiticus.org, según informa la BBC.

El 'Código Sinaiticus', nombre que recibe el documento, cuenta con 1.600 años de existencia y está escrito en griego sobre pergamino. La versión original contiene alrededor de 1.460 páginas, cada una de 40 por 35 centímetros.

Este proyecto ha llegado a su fin después de cuatro años de colaboración entre la Biblioteca Británica, la Biblioteca de la Universidad de Leipzig, el Monasterio de Santa Catalina (Monte Sinaí, Egipcio) y la Biblioteca Nacional de Rusia, en San Petersburgo.

Scot McKendrick, encargado de los manuscritos de la Biblioteca Británica, asegura que la disponibilidad del documento presenta muchas oportunidades de investigación.

"El 'Código Sinaiticus' es uno de los más grandes tesoros del mundo", afirma McKendrick. "Este manuscrito ofrece una ventana a los comienzos de la cristiandad y las pruebas de cómo la Biblia fue transmitida de generación en generación. La disponibilidad del manuscrito virtual para su estudio por los eruditos de todo el mundo crea oportunidades para la colaboración en la investigación que no habría sido posible hace unos pocos años".

Durante 1.500 años, el 'Código Sinaiticus' reposó en un monasterio de la península Sinaí, fronteriza con Israel, hasta que fue encontrado en 1844 . Entonces se repartió para su estudio entre Egipto, Rusia, Alemania y Reino Unido. Estaba en perfectas condiciones y se cree que fue porque el aire del desierto facilitó su conservación y porque las paredes del monasterio lo mantuvieron intacto.

La Biblioteca Británica prepara una exposición, que incluirá una serie de objetos históricos y vinculados al documento.
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Extraído de El Mundo

Rosendo

“Agradecido”

El eslabón pudo nacer en Asia.

La quijada fósil de un primate que vivió hace 38 millones de años cuestiona el origen africano de los antropoides.

Un fragmento de mandíbula con unos pocos dientes hallado en Birmania amenaza con arruinar una de las mayores campañas de marketing de la historia de la ciencia. A mediados de mayo, como si fuera la presentación de Cristiano Ronaldo con la camiseta del Real Madrid, un equipo internacional de científicos anunció en Nueva York el hallazgo de Ida, un primate fósil que vivió hace 47 millones de años en la región de la actual Fráncfort (Alemania).

Aquel ejemplar, perteneciente a una nueva especie, Darwinius masillae, fue vendido por sus descubridores como el equivalente "al arca perdida para los arqueólogos": el ancestro común de humanos y simios. Cuando la comunidad científica se enteró de su existencia, la BBC ya había rodado un documental sobre el fósil y decenas de miles de libros sobre Ida esperaban en la imprenta para ser distribuidos.

Hoy, otro equipo de científicos presenta un nuevo primate fósil que obliga a mirar con desdén al Cristiano Ronaldo de la paleontología. Según los investigadores, la quijada encontrada en Birmania perteneció a una especie de primate antropoide hasta ahora desconocido, Ganlea megacanina, que vivió hace 38 millones de años y cuya existencia, dicen sus descubridores, demuestra que el ancestro común de humanos, monos y simios surgió a partir de los primates asiáticos, no de los africanos como se pensaba hasta ahora.

Hasta fechas recientes, la mayor parte de los científicos creían que los primates antropoides (monos, simios y humanos) aparecieron a partir de otros más primitivos, los prosimios, el grupo al que pertenecen los lémures, característicos de la isla africana de Madagascar.

Sin embargo, una cadena de hallazgos en el sureste asiático hizo que la teoría se tambaleara. Y, en estas, apareció Ida, un fósil que, por sus semejanzas simultáneas con los lémures y los antropoides, devolvió la credibilidad al origen africano de humanos, monos y simios.

Pero el hallazgo del fragmento de mandíbula vuelve a sugerir que el ancestro de los seres humanos era asiático. "Una de las razones por las que creemos que Ganlea es tan próxima a los antropoides es por el inusual desgaste de sus colmillos inferiores", explica a Público el principal autor del estudio, Chris Beard, del Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsburgh (EEUU).

Según el investigador, los ejemplares de esta especie utilizaban sus colmillos para hacer palanca y poder abrir la dura cáscara de las frutas tropicales. Este comportamiento, nunca visto en los prosimios, sí es característico de algunos antropoides actuales, como los saki cariblancos, unos monos típicos de las selvas de Venezuela.

Beard, que publica su estudio en la revista Proceedings of the Royal Society B, cree que el fósil birmano oscurece el papel de Ida en el árbol evolutivo humano. "Ida pertenece al linaje de primates que condujo a los lémures, no al que llevó a los humanos".

A juicio de Beard, la separación entre chimpancés y humanos ocurrió en África pero, como demuestran fósiles como Ganlea megacanina, "si nos remontamos en el tiempo, nuestros ancestros comunes vivieron en Asia".
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Extraído de Público