Trajano y Adriano: los emperadores hispanos que marcaron la historia de Roma

Dos destinos entrelazados por la adopción y el poder Imagen ilustrativa e idealizada de Trajano. Trajano y Adriano fueron dos de los emperad...

Los caballos, domesticados desde hace 5.500 años.

La domesticación de caballos salvajes comenzó hace más de 5.000 años en Kazajstán, según un estudio de la Universidad de Exeter en Reino Unido que se publica en la revista 'Science'.
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Los investigadores han descubierto tres nuevas pruebas de que la antigua cultura de Botai, localizada en lo que es en la actualidad el norte de Kazajstán hace entre 5.700 y 5.100 años, fue una de las primeras del mundo en domesticar a caballos salvajes.

Los autores explican que la domesticación de caballos salvajes cambió el curso de la historia humana, aunque para los científicos ha sido difícil descubrir episodios históricos específicos o procesos que marquen este logro.

Los científicos, dirigidos por Alan Outram, estudiaron los huesos de antiguos caballos de Botai y descubrieron que se asemejaban a los caballos domésticos de la Edad de Bronce en vez de a los caballos salvajes del Paleolítico de la misma región.

Según los investigadores, varios de los cráneos de estos antiguos caballos de Botai revelaban marcas físicas en los dientes, lo que indica que se habían utilizado bridas en los caballos. Los investigadores utilizaron datos de isótopos de fragmentos de cerámica de Botai para identificar grasas de leche de caballo almacenadas en estos objetos.

Los científicos pudieron determinar que los caballos de Botai fueron ordeñados durante los meses de verano. Estos descubrimientos confirman que al menos algunos de los caballos de Botai estaban domesticados, lo que proporciona la prueba de una de las domesticaciones más tempranas descubiertas hasta el momento.

Según sus autores, estos hallazgos también indican que la práctica de la explotación de los animales por su leche se desarrolló de forma independiente a otras prácticas agrícolas.
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Extraído de El Mundo

Por un puñado de dracmas.

Con la muralla de la ciudad de Emporiónor testigo, romanos y cartagineses libran una batalla encarnecida. Al anochecer, los hombres de Aníbal se divierten en la fonda improvisada de Kotskas el griego, quien les sirve jarras de vino hasta que caen rendidos en los brazos de sus esclavas. Kotskas puede haber sido desterrado de la ciudad por aceptar como medio de pago una moneda del enemigo extranjero. Nada tienen que ver el dracma griego con el dishekel cartaginés, en cuyo reverso está grabado el gran Aníbal a lomos de su elefante. La numismática, una disciplina para muchos desconocida y en ocasiones demasiado árida, nos enseña la vida secreta de las monedas.

Hay que remontarse al siglo III a.C. para llegar al origen de nuestra moneda, ahora única, en España. Aunque todos lo utilizamos a diario, la mayoría desconocemos el pasado de ese trozo de metal que hoy llamamos euro o céntimo de euro. Pero quien tiene una moneda tiene un tesoro. Esos pedazos de metal -que en la Antigüedad eran preciosos- están cargados de significado histórico y social. Más allá de su valor real, la moneda nos acerca como ningún otro objeto a la vida de los pueblos que la fabricaron y utilizaron. Desde ayer, a través de la página web de la Fundación Banco Santander se puede emprender un apasionante viaje por la historia monetaria española, gracias a la encomiable labor del departamento de Numismática del Museo Arqueológico Nacional, que ha catalogado la colección de monedas del Santander.

25 siglos de historia.

Un novedoso sistema multimedia permite al público no especializado contemplar de forma ágil y atractiva los 25 siglos de historia de nuestra moneda. Del primer dracma acuñado en las colonias griegas peninsulares hasta la ya vieja peseta, pasando por los sestercios romanos, las doblas nazaríes, los ducados, florines, reales o escudos. La herramienta incluye imágenes de altísima calidad del anverso y reverso de cada moneda, con la posibilidad de aumentar su tamaño hasta captar el mínimo detalle gracias a un poderoso zoom. Una ficha técnica añade datos como peso, diámetro o posición de cuño de cada pieza. Sólo falta poder hincarle el diente para comprobar su autenticidad. La búsqueda puede ser cronológica, pero también siguiendo un material en concreto o, incluso, por las palabras inscritas en las monedas. Además, se ha editado un DVD con todo el contenido expuesto en la página web, y las monedas se pueden ver físicamente en la sede del Santander en Boadilla.

Paloma Otero, jefa del Departamento de Numismática del Arqueológico subrayó ayer que «las monedas nos cuentan historias que podemos aprender a leer gracias a esta nueva herramienta. Nos dicen cuándo y dónde se acuñaron, por orden de quién y bajo qué sistema político». De hecho, estos pequeños objetos contienen un enorme valor propagandístico. En el caso de la moneda de Kotskas es claro: el gran elefante de Aníbal simboliza el poderío militar cartaginés. Además, las piezas catalagodas son fiel reflejo de la diversidad cultural en la Península. Así, en el siglo II a.C, dependiendo de las áreas de influencia, aparecen monedas con inscripciones en alfabeto ibérico o latino.

Llega el denario.

El denario romano, la moneda de plata más importante, llevó como tipo la cabeza de Roma en el anverso y los Dióscuros a caballo en el reverso, junto con los símbolos y las iniciales de los magistrados responsables de la acuñación. A partir del 46 a.C. nos encontramos con el primer retrato vivo: Julio César. El oro se reservó para la edad media. De los primeros años de la conquista de Al-Andalus hay monedas en latín y bilingües -árabe y latín-. Para la unificación del sistema monetario habrá que esperar hasta la casa de Borbón y el decreto de Felipe V en 1716, que supuso la reforma del vellón. Arte, historia y economía se unen pues en esta valiosa colección que, por supuesto, incluye a la peseta, última reminiscencia de la moneda propiamente española, que vio la luz en 1868.
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Extraído de ABC

Muestra de modedas

Ruta por la Campiña Sur extremeña.

El recorrido de esta ruta nos adentrará en el conocimiento del rico patrimonio artístico-histórico de poblaciones como Llerena y Azuaga. Además podremos visitar el teatro romano de Regina, el parque natural de Berlanga o la mina de La Jayona.


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Vía de la Plata.

Desde la más remota antigüedad las comunidades humanas, dispersas en el territorio, han sentido la necedad de relacionarse e intercambiar elementos materiales e ideas, capaces unos y otras de modificar las estructuras culturales. De ahí la importancia de los caminos históricos, verdaderos vehículos del desarrollo humano.

Si en los albores de la humanidad los primeros caminos no fueron más que senderos por los que transitaban las manadas de animales en sus desplazamientos estacionales, en momentos más recientes el hombre establecerá rutas en función de necesidades como el control y la explotación del territorio. Así surge la Vía de la Plata, camino romano que permitía la comunicación del Norte y del Sur del occidente de la Península Ibérica. El trayecto romano se trazó de modo tan adecuado que su corredor servirá siglos después para tender, con ligeras variaciones en el espacio, nuevos caminos, ya sean de tierra (cañada ganadera), ya sean de hierro (la línea de Ferrocarril Astorga-Sevilla), ya sean de asfalto (N-630 primero y A-66 después).

La Vía de la Plata se dispone en Extremadura cual si fuera un imaginario meridiano ar-ticulador de la totalidad del espacio geográfico de la región. Se configura, pues, como un inmenso "museo abierto" que permite un acercamiento excelente al rico patrimonio extremeño: monumental, arqueológico, etnográfico y natural.

La llamada Vía de la Plata es el resultado de la adición de dos caminos romanos con finalización o inicio de trayecto en Marida: uno hacia el Sur de la capital de la Lusitania, el Iter ab ostio flum/nis Anae Emeritam us-que (que comunicaba Mérida con la desembocadura del Guadiana), y otro en dirección Norte, el Iter ab Emérita Caesaraugustam (que enlazaba Mérida con Zaragoza a través de Astorga). La unión de ambos caminos, en Extremadura entre la Trasierra y Sierra Morena (entre el Puerto de Béjar y en Puerto del Viso, respectivamente), es la Vía de la Plata.

El nombre de "Plata", lejos de estar relacionada con el metal, procede de la evolución fonética de la denominación islámica del camino romano, una vez conquistada la Península por los musulmanes. éstos llamaron al itinerario al-balat, que traducido podría interpretarse como camino empedrado. De al-balat se evolucionaría a batata, y ésta daría lugar a "plata", tras ser recuperadas las tierras por los cristianos.

Las calzadas romanas son magníficas obras de ingeniería fruto de una planificación previa que conllevaba un profundo conocimiento del territorio sobre el que iban a ser tendidas: se estudiaban los mejores vados para superar los ríos, los puertos de montaña que habían de ser salvados y los trazados más rectos para hacer el recorrido lo más cómodo posible.

Las vías se construían para que perduraran en el tiempo, llegando muchos siglos después a seguir estando en uso con ligeras reformas y mejoras. En dos sistemas constructivos básicos se encuadran todas las calzadas romanas; uno es el vía terrenae, que se construye con tierra y diversos grados de compactación y el empleo ocasional de piedra para consolidar zonas de dificultad concreta, y otro el vía glarea stratae, al cual corresponde prácticamente en su totalidad la Vía de la Plata, mucho más cuidado y duradero. Consistente este último en la apertura de grandes zanjas y desmontes sobre los cuales se disponían sucesivas capas de naturaleza y compactación diferente: en primer lugar se colocaba el statumen, conformado por grandes piedras a modo de cimentación, le seguía el rudus, similar al anterior aunque compuesto por piedras más pequeñas; seguidamente se tendía el nucleus, capa compuesta por grava o arena compactada y con un perfil alomado hacia los bordes del camino, por último se situaba la summa crusta. conformada por piedras apisonadas que trataban de dar consistencia y crear una superficie que permitiera el tránsito sin dificultad. El conjunto se completaba con unos bordillos laterales y unas cunetas excavadas a ambos lados que facilitaban el drenaje hacia los bordes del camino de las aguas pluviales. La Vía de la Plata contó con miliarios situados cada millia passuum (la milla romana, medía una distancia de 1.480 metros). Los miliarios son grandes cilindros de piedra ubicados en las márgenes del camino dotados de una información básica grabada de distancia con respecto al punto de partida de la ciudad principal (por ejemplo en la ciudad romana de Caparra se localizó un miliario que indicaba 110 millas desde Mérida). En ocasiones la información referida es más amplia y aclara bajo qué emperador se realizó la obra o su reconstrucción. Algunos miliarios siguen aún hoy en pie como mudos testigos del paso del tiempo y de los muchos caminantes que transitaron y transitan junto a ellos, otros han sido reutilizados en fincas vecinas como linderos o embutidos en construcciones, como puede verse en la población cacereña de Carcaboso.

No puede hablarse de la Via de la Plata sin referirse a los numerosos puentes a ella pertenecientes, pues éstos son estructuras sumamente necesarias para permitir la tran-sitabilidad y el paso de lugares que de otro modo supondrían barreras geográficas infranqueables. En la Vía se localizan puentes de muy variada entidad y cronología; existen puentes de traza romana monumentales como el de Mérida sobre el Guadiana o el de Alconétar (término de Garrovillas), puentes romanos menores como el de Mérida sobre el Albarre-gas y medievales sobre cimentación romana como los de La Mocha (Valdesalor), Casas de Don Antonio y Bencáliz (término de Cáceres).

Han de ser destacadas, como parte esencial de la infraestructura vinculada a la Vía de la Plata, las mansiones creadas en sus márgenes a tramos regulares. Se trata de posadas o ventas construidas para atender a los caminantes, lugares de avituallamiento, descanso, cambio de caballos, etc., emplazados a distancias que oscilan entre los 25 y los 35 kilómetros, dependiendo de si es una zona de montaña o de llano, es decir, la distancia recorrible por un caminante en una jornada. En muchos casos una mansio terminó generando a su alrededor un núcleo de población estable e incluso una ciudad atraída por la presencia de viajeros y la posibilidad de crear un lugar de comercio, en otros se situaba en un asentamiento urbano ya constituido. En el tramo extremeño de la Via y desde Sur a Norte, las mansiones que se localizan son: Curíga (Monesterio), Contributa (Medina de las Torres), Perceiana (Villafranea de los Barros), Emérita Augusta (Mérida), Ad Sórores (Casas de Don Antonio), Castris Caecilis (Cáceres), Turmulus (Alconétar, Garrovillas), Rusticiana (Galisteo), Capara (Oliva de Pla-sencia, Guijo de Granadilla) y Caelionicco (Baños de Montemayor).

Si en un primer momento Roma empleó la Vía de la Plata como lanzadera para la conquista, pacificación y control del territorio, tras el sometimiento del Oeste hispano se convertirá en un medio para la explotación de este espacio peninsular y para la difusión de su cultura, relegando al olvido las precedentes.

El camino sirvió también para la Introducción del cristianismo, que desde el Sur, desde el puerto de Gades (Cádiz) penetró hasta alcanzar la Cornisa Cantábrica atravesando el espacio geográfico extremeño. A la caída del Imperio, fue camino utilizado para el tránsito de los invasores germánicos y vía para que los visigodos recuperaran el control de las provincias hispanas de Lusitania y Beto, situándolas bajo su dominio.

Entre el 711 y el 713 otros ejércitos, esta vez musulmanes, tomarían el camino, esta vez desde el Sur, para conquistar y someter el reino visigodo a su autoridad; entonces la calzada romana todavía era uno de los principales itinerarios de la Península, y como tal se encontraba en perfecto estado de uso; uso que se mantuvo a lo largo de toda la Edad Media al ser la vía de penetración de las tropas de al-Andalus hacia el Norte en las múltiples luchas mantenidas con los reinos cristianos, y de las mesnadas norteñas hacia el Sur en expediciones de saqueo y conquista. Es durante este período histórico cuando el camino será denominado de Santiago (camino de Santiago del Sur) o mozárabe, pues era el itinerario utilizado por los mozárabes para acceder hacia el Norte en su huida de la presión islámica y búsqueda de refugio, y el posterior asentamiento como colonizadores del espacio al Norte del Puerto de Béjar, ya en tierras castellanoleonesas.

Peregrinos en camino a Santiago de Compostela y ganados trashumantes en busca de pastos compartirán el uso de la Vía de la Plata a lo largo de la Baja Edad Media y la Edad Moderna, aunque la mala conservación de la infraestructura viaria, la destrucción de puenes, como el de Alconétar, y la creación de otros itinerarios terminaron por restarle el valor atesorado durante su larga y rica historia. En la actualidad, gracias al empuje de caminantes, peregrinos, turistas, asociaciones e instituciones, especialmente Junta de Extremadura, la Via de la Plata vuelve a recuperar el protagonismo perdido y su verdadera naturaleza, pues un camino nada es sin caminantes dispuestos a hollarlo.
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Extraído de Extremadura Romana

Humor en tiempos de crisis 2.

La momia más bella de Egipto.

Arqueólogos egipcios han descubierto la "momia más hermosa" de las halladas hasta ahora en Egipto en un sarcófago de piedra caliza en la necrópolis de Saqara, al sur de El Cairo. Según los expertos, el nuevo cadáver de la "cámara de las momias" data de la dinastía 26 (2.600 años atrás), que fue el último reino egipcio independiente antes de las sucesivas invasiones del país por los persas y otros pueblos, explicó el secretario general del Consejo Superior de las Antiguedades Zahi Hawass. Sin embargo la tumba en la que se sepultó el cuerpo podría tener hasta 4.300 años de antigüedad.

Entre las vendas que cubren a la momia, Hawass anuncia que podrían encontrar figuras y amuletos de oro colocados junto al cuerpo del difunto para proteger su recorrido en "la vida después de la muerte".

Saqara es una amplia necrópolis de la antigua región de Menfis, donde se hallan innumerables tumbas y las primeras pirámides faraónicas.
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Extraído de Muy Interesante

Los primeros pasos del hombre moderno.

El árbol de la evolución de los homínidos es un complicado puzzle que abarca apenas un instante de la Historia de la Vida, desde hace entre seis y siete millones de años hasta la actualidad. El hallazgo de fósiles supone la base sobre la que descansa este complicado laberinto, pero en ocasiones otro tipo de hallazgos revela datos fundamentales que permiten completar los huecos de nuestro árbol de la vida. Un equipo científico, dirigido por el investigador de la Escuela de Ciencias de la Conservación de la Universidad de Bournemouth en Reino Unido Matthew R. Bennett, presenta hoy en la revista 'Science' el hallazgo de dos pruebas fósiles de huellas de pisadas que aclaran la evolución de la forma de andar que conservamos los humanos.

El descubrimiento ocurrió en dos estratos sedimentarios situados en Ileret (Kenia), a tan sólo unos kilómetros de distancia del lago Turkana. Fue precisamente en este lugar donde el equipo del paleoantropólogo Richard Leakey, hijo del famoso Louis Leakey, encontró los restos fósiles del homínido conocido como el niño de Turkana (contaba con ocho años de edad en el momento de su muerte). Leakey no tardó en señalar que se trataba del más completo miembro de la especie 'Homo ergaster', la primera en mostrar un acortamiento del tronco y unas extremidades más largas que las de los homínidos más primitivos, un rasgo distintivo del género 'Homo'.

Como parece lógico pensar debido a la cercanía de ambos yacimientos, Bennett y su equipo creen que las pisadas corresponden a la especie a la que pertenece el niño de Turkana. «Estamos convencidos de que las huellas fueron hechas por un Homo ergaster o por un primitivo 'Homo erectus' y que, además, tenía una forma de andar y una anatomía del pié como las del hombre moderno», asegura a EL MUNDO Matthew R. Bennett.

Los estratos donde se hallaron las pisadas están separados por cinco metros de sedimentos. El primero de ellos contiene dos rastros de dos huellas cada uno y otro de siete huellas seguidas. Y el segundo presenta una huella aislada y un rastro de dos huellas. De manera que siete simples pasos de un homínido de un millón y medio de años pueden revolucionar el conocimiento de uno de los rasgos adaptativos más distintivos del ser humano: el bipedismo, una adaptación que apareció por primera vez hace seis millones de años en un primitivo pariente del ser humano llamado Ardipithecus ramidus.
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La pisada del hombre moderno.
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El descubrimiento de Bennett supone la primera prueba de rastros de pisadas que tiene la Ciencia atribuibles al género Homo, al que pertenece nuestra especie Homo sapiens. Pero, no es la huella más antigua de un homínido. En 1978, otro miembro de la familia Leakey, en este caso Mary, la esposa del pionero de la paleoantropología Louise Leakey, descubrió en Laetoli (Tanzania) un rastro de más de tres millones y medio de años de antigüedad hecha por un Australophitecus afarensis.

Un ángulo pequeño entre el dedo gordo y el eje del pié, el arco longitudinal de la planta y la distribución medial del peso durante el avance de la pisada son los tres rasgos distintivos de la pisada humana moderna. Los investigadores digitalizaron con un escáner láser óptico las nuevas huellas, para poder compararlas con las encontradas en Laetoli y con las del ser humano moderno.

Los resultados no dejan lugar para la duda. La huella realizada por la especie de Laetoli no muestra ni los rasgos distintivos de la anatomía de los homínidos modernos ni su forma de andar. En cambio, las nuevas huellas coinciden con las del ser humano. «Andaban como nosotros y, probablemente, eso ayudó a esta especie en su migración fuera de África», cuenta Bennett.

Extraído de El Mundo