Trajano y Adriano: los emperadores hispanos que marcaron la historia de Roma

Dos destinos entrelazados por la adopción y el poder Imagen ilustrativa e idealizada de Trajano. Trajano y Adriano fueron dos de los emperad...

Jerusalén y los restos arqueológicos.

Un artículo muy interesante extraído de CBN (Mundo Cristiano), relata la aparición de una evidencia que pone al descubierto la antigüedad del cristianismo.


“Un examen arqueológico en una tumba intacta del siglo primero en Jerusalén parece ser el registro más antiguo de la fe cristiana. Los expertos han descubierto una serie de osarios de piedra caliza que están grabados con una inscripción en griego y una única imagen iconográfica, unos signos que, según los estudios llevados a cabos, se identifican como “claramente” cristianos.


El trabajo se hizo haciendo tres huecos de 20 centímetros de diámetro en el sótano de lo que hoy es un edificio y metiendo por ahí una especie de brazo que llevaba una cámara, hasta alcanzar la tumba, que está 2,1 metros debajo del suelo.

La tumba.

La tumba está en Talpiot, un suburbio al sureste de Jerusalén. Ahí, cuando se preparaba el terreno para hacer un edificio, en 1981 fueron hallados nueve nichos del siglo I, en los que quedaban ocho osarios.

Ahora, James D. Tabor, responsable del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Charlotte, Carolina del Norte, descubrió que en uno de esos osarios hay un dibujo de un pez que tiene un hombre en la boca. Y en otro, una inscripción en griego. Ambas cosas, extrañas a la tradición judía, a la que parecen pertenecer quienes allí estaban enterrados.

El pez, entiende Tabor, es una muy temprana representación de la historia bíblica de Jonás, que pasó tres días adentro de un gran pez y salió vivo a cumplir con los designios de Dios. La historia de Jonás es tomada como una alegoría de la resurrección de Jesús y el pez está presente en las primeras manifestaciones del cristianismo.

La inscripción, cuya interpretación es ardua, hace referencia a que Dios “hace ascender” a alguien a los cielos o que lo levanta de entre los muertos. Tabor sostiene que esto aparece porque se trata de seguidores de Jesús.

“Ni la inscripción en griego ni el pez –escribe Tabor en su informe– tienen precedentes en tumbas judías del período. Nos encontramos frente a una familia o a un clan lo suficientemente audaz como para escribir el nombre de Dios en una tumba, con enunciados sobre “levantarse” o la resurrección. Y una familia que pone la imagen de un pez y un humano, cuando los judíos evitan las imágenes”. El dibujo del pez y la inscripción, agrega Tabor, no fueron hechos por profesionales, a diferencia de los demás, que parecen haber sido comprados, sino “por un miembro de la familia, alguien cercano”. La inscripción en griego, incluso, está entre dos rosetas talladas que sí son profesionales.

Las imágenes de Jonás son habituales en los inicios del llamado arte cristiano y, por ejemplo, se ha hallado en catacumbas romanas. Según han destacado los arqueólogos, los motivos relacionados con esta historia son los más comunes en las tumbas cristianas como símbolo de la esperanza de la resurrección.

El registro más antiguo.

La tumba hallada ahora es anterior al 70 D.C, cuando el osario en Jerusalén se dejó de usar tras la destrucción romana de la ciudad. En consecuencia, si estos símbolos significan lo que los expertos creen, los mismos supondrían el registro arqueológico más antiguo de los cristianos encontrado hasta ahora.

Según los arqueólogos, los grabados fueron hechos, muy probablemente, por algunos de los primeros seguidores de Jesús, pocas décadas después de su muerte.

Además, han apuntado que, en conjunto, la inscripción y la imagen de Jonás son testimonio de la fuerte fe en la resurrección entre los cristianos de esa época. Esto lleva a pensar que la tumba es anterior a la redacción de los evangelios, ha explicado los arqueólogos.

El autor principal de este estudio, publicado en www.bibleinterp.com , James D. Tabor, ha explicado que la mayoría de los eruditos cristianos se muestran escépticos ante cualquier resto arqueológico en un período tan temprano, tal y como ha ocurrido con el descubrimiento de una tumba en 1980 que contenía osarios con inscripciones relacionadas con Jesús y su familia, incluyendo una que dice: “Jesús, hijo de José”.

Al respecto, Tabor ha indicado que “el contexto lo es todo en la arqueología” y ha apuntado que “estas dos tumbas, a pocos metros de distancia, siguen las costumbres de la época y probablemente están relacionadas con una familia rica”.

También han determinado que la tumba que contiene los nuevos descubrimientos es de modesto tamaño y está cuidadosamente tallada en roca en una de las cuevas en las que era habitual enterrar a seres queridos en Jerusalén entre el año 20 D.C y el 70 D.C.”
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Extraído de Alegoría

¿Qué decía la Constitución de 1812?



El 19 de marzo de 2012 se celebra el bicentenario de la Constitución de Cádiz, más conocida como la Pepa. Aparte de ser la primera constitución propiamente española, este texto tuvo gran influencia en todo el mundo y fue considerado un símbolo de libertad.

¿Por qué fue tan importante la Pepa? A lo largo de sus 384 artículos, el texto reconocía por primera vez algunos derechos que, si bien hoy nos pueden parecer básicos, en aquella época supusieron toda una revolución. Por ejemplo, se recogía por primera vez el derecho de propiedad y la inviolabilidad del domicilio particular. Además, se prohibía aplicar penas a los familiares de quien había cometido un delito, y el castigo debía recaer exclusivamente sobre el culpable de los hechos. La tortura estaba prohibida y se articulaba el derecho a la integridad física. La constituciónreconocía la libertad de expresión y de prensa "sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la publicación". Sin embargo, el texto proclamaba a España como Estado confesional, no reconociendo la libertad religiosa, ni tampoco hablaba de derechos de las mujeres ni de sufragio femenino.

En cuanto a la organización política, la Pepa incorporó la separación de poderes y retiró el control absoluto a la monarquía. La soberanía, poder pleno y supremo del Estado, pasa ahora a la Nación. El poder del Rey se vio limitado y sus actos debían ser refrendados por los Secretarios de despacho. Los diputados a las Cortes se elegían mediante sufragio indirecto y para ser candidato era necesario poseer una renta anual procedente de bienes propios. Esto hacía que el Parlamento quedara en manos de las clases acomodadas.

La Constitución de 1812 llegó a tener gran influencia en las ideas constitucionales portuguesas y en las de las viejas colonias españolas, en el surgimiento del Estado italiano e incluso en la Rusia zarista.

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Extraído de Muy Interesante

Proyecto Djehuty del CSIC: un español al rescate del pasado faraónico en Luxor.


La satisfacción se pinta en el rostro de José Manuel Galán cuando muestra, en una vitrina del Museo de Luxor, la 'Tabla del Aprendiz', esa tabilla de madera cuadriculada en la que se ve la figura de un faraón, de frente, y la copia que intentaba hacer un alumno milenario. Galán es el director, el 'mudir' (en árabe), del Proyecto Djehuty del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Hace ya 11 años que este egiptólogo madrileño, que estudió Historia Antigua en la Universidad Complutense, está al frente de la investigación y la restauración de varias tumbas en la colina de Dra Abu el-Naga, el lugar frente al Nilo elegido como necrópolis durante milenios. Al otro lado del río de la vida, el templo de Karnak. Detrás el polvoriento desierto.

Fue allí donde Galán dio con el tesoro que buscaba desde que se empeñó, al terminar su carrera, en dedicarse al arduo camino de la investigación. "Al leer los textos antiguos egipcios en la universidad comprendí todo lo que tienen en común con nuestra cultura, con los ritos religiosos que hoy siguen vivos, con nuestra forma de pensar. Por ello, escribí a varias universidades interesadas en egiptología y acabé en la Universidad John Hopkins, en Estados Unidos", recuerda el egiptólogo.

Ya de vuelta a España, tras doctorarse en Baltimore y pasar un año en Alemania, logró plaza en el CSIC y se puso a buscar un proyecto en Luxor, la ciudad heredera de Tebas, la capital faraónica. El Servicio de Antigüedades egipcio le ofreció investigar dos tumbas de la Dinastía XVIII ya conocidas, pero que nadie había explorado a fondo: la de Djehuty, el supervisor del Tesoro de la reina Hatshepsut, hace 3.400 años, y la de Hery, que vivió 50 años antes y también era supervisor tebano, pero de las cabezas de ganado.

Yacimiento en expansión.

Poco tiene que ver el aspecto actual del yacimiento con el que tenía esta zona hace ahora una década. En campañas de no más de seis semanas al año, Galán y su equipo han ido revelando los secretos que escondían estas tumbas y otras nuevas, con las que no contaban. Además, el poblado que tenían prácticamente encima fue desalojado hace un par de años, dejando vía libre a los investigadores españoles.

Más de un centenar de trabajadores egipcios colaboran cada año en el Proyecto Djehuty, reclutados y dirigidos por el incombustible rais (el capataz) Alí Farouk, que marca el ritmo bastón en mano. Muchos repiten una y otra vez, porque sacan así un dinero que no viene nada mal, más ahora que escasean los turistas por miedo a las revueltas políticas.

Galán, desde un principio, inició un modelo de trabajo que era poco habitual en las excavaciones arqueológicas en Luxor. No buscaba tesoros de oro, su objetivo no era sacar material valioso y marcharse, como tantos otros hicieron a lo largo de los siglos. Quería quedarse, reabrir las tumbas, investigarlas a fondo mientras durara el dinero.

Para contar con el capital necesario, el egiptólogo, precavido, entendió que había que recurrir a empresas privadas que tuvieran algún interés en Egipto, y no quedarse al albur de unos presupuestos públicos demasiado inestables para un proyecto a largo plazo. Primero fue Movistar, luego Caja Madrid, y ahora Unión Fenosa Gas, que se ha comprometido a financiar el proyecto durante dos años, por lo menos.

Los grandes hallazgos.

Enseguida, y para sorpresa de los alemanes que hasta entonces habían tenido la concesión para excavar en Dra Abu el-Naga, comenzaron las sorpresas. A lo largo de los años, a fuerza de picar y sacar escombros, en el exterior encontraron lo que fue el patio anterior a la tumba de Djehuty, sacaron el sarcófago intacto de una mujer (la 'Dama Blanca', como la han llamado); el ataúd del guerrero Iqer, donde fue enterrado este sus bastones y sus plumas; la famosa Tablilla del Aprendiz, de la que se quedó prendado el anterior Ministro de Cultura egipcio; unos pendientes de oro que pertenecieron al ajuar del personaje que fue Djehuty; y hasta los ramos de flores que dejaron al muerto, una tradición que pervive hasta nuestros días.


Dentro de las tumbas, sin embargo, estaba lo mejor. "Hacia 1470 antes de Cristo, Egipto se abrió hacia otras culturas y llegaban oro, mirra, riquezas de muchos lugares que Djehuty supervisaba, y con algo se quedaría. Por ello su tumba, en el pasillo de entrada y la capilla del fondo, tiene unos relieves de una gran calidad e inscripciones de demuestran su dominio de las letras, como si fueran juegos de palabras", explica Galán mientras ilumina con su linterna algunos de los pasajes más hermosos.

Desde hace varias campañas, un grupo de restauradores trabaja a marchas forzadas para pegar los fragmentos que andaban perdidos por la zona y dar nuevo lustre a las impactantes imágenes.

Hay que bajar 13 metros, por un estrecho pozo funerario situado al fondo, para llegar a la cámara sepulcral que Djehuty diseñó para su viaje eterno. "Nunca llegó a usarla, por razones que desconocemos. Al final, dejaron su cuerpo en la antecámara y por ello no fue saqueada", explica el egiptólogo en la penumbra, rodeado de jeroglíficos del Libro de los Muertos.

"Yo soy epigrafista. No quería encontrar oro ni joyas, sino inscripciones. Y aquí tengo mi tesoro: un libro de historia en las paredes y en el techo de la cámara, como si Djehuty hubiera querido envolverse en el texto sagrado". Su dedo recorre los capítulos: ahí la golondrina que le ayudaría a subir y bajar del pozo cada día; más allá, la flor de loto que le permitiría morir y renacer cada día; y la barca en la que viajaría para unirse al Sol tras atravesar la tierra.

Pero Djehuty, como tantos otros, no sobrevivió intacto a los avatares de la historia. Su rostro y el de sus padres fueron destruidos en las estatuas y los grabados. Su ataúd desapareció con su momia dentro.

Momias en círculo.

Una vez en restauración la tumba de Djehuty, el esfuerzo del equipo de excavación se centró en la de su vecino Hery, menos suntuosa, pero también decorada en relieve sobre la piedra. Es la arqueóloga Gemma Menéndez quien se encarga de su estudio. "Hemos encontrado fragmentos en museos de otros continentes, que ya no se pueden recuperar", explica Galán.

También salieron, en la corta campaña de 2011, unas momias situadas en círculo que aún no han sido excavadas totalmente, y que podrían ayudar a conocer qué patologías tenían los antiguos egipcios. Es parte del trabajo que tendrá que esperar a 2013.

Nada puede sacarse del yacimiento. Un inspector del Servicio de Antigüedades vigila cada campaña. No repiten para que no surjan relaciones personales con los investigadores. El de este año es un hombre tranquilo, que sólo interviene cuando llegan visitas. Y es que en Luxor los hallazgos en cualquiera de las 30 misiones arqueológicas extranjeras corren como la pólvora.

Cuando fue desalojado el poblado, y la zona de excavación creció, nuevos pozos funerarios comenzaron a aflorar. Ahora, también se ha intensificado el trabajo en una tercera tumba, la de Baky, otro supervisor real del que esperan grandes sorpresas.

"Al final, nos gustaría sacar todas las tumbas que hay en lo que sería una calle de la necrópolis, y restaurarlas para que fueran visitables por los turistas", explica Galán.

El equipo español.

En la campaña de 2012, han sido 15 los españoles que han participado bajo las órdenes del mudir Galán. Como no pueden sacar las piezas de Egipto, allí, sobre el terreno, tienen que restaurarlas y documentarlas. "Cada uno tenemos una función asignada. Unos excavan, otros seleccionan el material y, finalmente, se restaura", explica Pía Rodríguez Frade, mientras recoge con cuidado restos de linos en los que envolvía una momia.

Protegiéndose del sol en dos jaimas, están las restauradoras. Hermosas jarras de cerámica las rodean. Galán va de un lado a otro, decidiendo los pasos a dar para aprovechar lo mejor posible el escaso tiempo disponible. La jornada en la necrópolis son ocho horas (hasta las tres de la tarde), pero se queda corta.

La tarde queda para recapitular, actualizar la web, escribir en el frondoso patio del realmente modesto Hotel Marsam, donde se reúnen egiptólogos de todo el mundo.

Este año, realmente fructífero, ha compensado el anterior, cuando las revueltas de la Primavera Árabe les obligó a suspender, por seguridad, las excavaciones. Sin embargo, este año, los ecos de la manifestaciones en El Cairo se han perdido en el desierto y el trabajo ha terminado sin incidentes.

Ya de vuelta a su despacho, Galán, como el resto del equipo, tiene 11 largos meses por delante para seguir recomponiendo el 'puzzle' de un pasado cuyos dioses recuperan su brillo a golpes de piqueta.
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Extraído de El Mundo

El ser humano ya causó la extinción de especies hace 100.000 años.


Las olas de extinciones que se produjeron hace 100.000 años, que eliminaron a algunos de los animales más grandes del mundo, fueron causadas por el ser humano y el cambio climático, según una nueva investigación de la Universidad de Cambridge, publicada en la revista PNAS.

Mediante el examen de la extinción ocurrida durante el Cuaternario tardío (hace 700.000 años), pero centrándose principalmente en los últimos 100.000 años, los científicos han sido capaces de evaluar la importancia relativa de los diferentes factores que causaron la extinción de gran parte de la megafauna terrestre del mundo -los animales de 44 kg, o más. Estas extinciones incluyen a los mamuts de Norteamérica y Eurasia, los mastodontes y los perezosos gigantes de las Américas, el rinoceronte lanudo de Europa, los canguros y wombats gigantes de Australia, y las moas gigantes (aves no voladoras) de Nueva Zelanda.

Los investigadores utilizaron datos de un núcleo de hielo de la Antártida, uno de los más largos registros de funcionamiento de los cambios en el clima de la Tierra- que abarca los últimos cientos de miles de años. También, recopilaron información sobre la llegada de los humanos modernos de África a cinco masas diferentes (América del Norte, América del Sur, la mayor parte de Eurasia, Australia y Nueva Zelanda).

Al realizar un análisis estadístico utilizando tanto la información sobre el clima como el tiempo de llegada de los humanos modernos, los científicos fueron capaces de determinar si el patrón de extinciones se explica mejor por el cambio climático, o por la llegada de los humanos modernos, o ambas cosas, llegando a la conclusión de que fue combinación de ambos lo que causó la extinción.
Los autores creen que la investigación proporciona información detallada sobre las consecuencias de las presiones sobre la megafauna que vive hoy día, incluyendo tigres, osos polares, elefantes y rinocerontes. Según Graham Prescott, estudiante de doctorado en Cambridge y coautor del estudio, "nuestro estudio sugiere que una combinación de la presión humana y el cambio climático fue capaz de causar la extinción de muchos animales grandes en el pasado.

David Williams, también estudiante de doctorado en la universidad, y coautor del estudio, añade que "la pérdida de estos animales ha sido un enigma zoológico desde la época de Charles Darwin y Alfred Russell Wallace. En ese momento, muchos creían que las extinciones no pudieron ser causadas por el ser humano, aunque Wallace argumentaba lo contrario. Ahora, hemos demostrado, 100 años después, que Wallace tenía razón, y que los seres humanos, junto con el cambio climático, han estado afectando a otras especies durante decenas de miles de años, y continúan haciéndolo".
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Extraído de Público

Disposición del Foro de Colonia de Mérida a finales del siglo I de nuestra era.

La presentación del estudio sobre el Foro de la Colonia muestra imágenes inéditas sobre la reconstrucción ideal de este espacio.


«Este es el libro más importante que se ha hecho hasta ahora sobre la arqueología de Mérida». El director del Instituto de Arqueología, Pedro Mateos, define así el estudio elaborado por los arqueólogos Rocío Ayerbe, Teresa Barrientos y Félix Palma sobre el Foro de la Colonia Augusta Emérita, cuyo resultado fue presentado anoche en la Sala Decumanus de la capital autonómica ante un centenar de personas.
La investigación, en la que han colaborado el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida (del que forman parte los tres autores) y el Instituto de Arqueología junto a especialistas de varias instituciones, se ha recogido en un más que completo volumen editado por el Instituto y financiado por la Consejería de Economía de la Junta de Extremadura, la Asamblea de Extremadura y la Fundación Academia Europea de Yuste.
En la presentación, Mateos recalcó que con este estudio el foro emeritense se convierte en el mejor conocido de toda la Península Ibérica. Pero, además de por sus resultados, la investigación destaca por la colaboración entre instituciones y la creación de equipos multidisciplinares. Todo ello da como fruto un trabajo que está llamado a ser el referente de la arqueología emeritense a lo largo de los próximos años.
Una nueva idea de ciudad.
El trabajo de los tres arqueólogos establece que en los primeros decenios de su existencia la colonia Augusta Emerita contaba con tres recintos monumentales diferenciados. Por un lado, el hasta ahora llamado Foro de la Colonia, con el Templo de Diana como cabecera (probablemente dedicado, en realidad, a Roma o a Augusto); y, más al suroeste, un complejo público (hoy visible bajo el Centro Alcazaba en la calle John Lennon) y un recinto sacro con otro templo (hallado en la calle Viñeros e identificado como una posible réplica del Divo Iulio construido en el Foro Romano en honor a Julio César).
Este complejo ocuparía unas seis manzanas, con 210 metros de longitud por 104 de anchura, con grandes diferencias de cota, lo que se solventaría con importantes trabajos de explanaciones y comunicaciones mediante escaleras.
Sin embargo, en el siglo I d. C. el foro sufre una gran transformación y una ampliación por su lado oriental. Para ello, se adquirió una gran zona de viviendas, que fueron demolidas para dejar paso a un conjunto con dos complejos independientes: un recinto porticado (el actual pórtico del foro de la calle Sagasta, lo que descarta su origen augusteo) presidido por un templo (cuyos restos se encuentran en la calle Baños) y un edificio de carácter público de funcionalidad aún por determinar.
Hacia los siglos IV y V, con la decadencia del Imperio Romano, el área forense cayó en desuso, lo que explica su deterioro y abandono.
En resumen, el estudio de Ayerbe, Barrientos y Palma aporta nuevos datos sobre espacios ya conocidos, identifica dos nuevos templos hasta ahora desconocidos y, lo que es más importante, prácticamente duplica el espacio atribuido al Foro de la Colonia y establece su evolución y ampliación a lo largo de los siglos.
Extraído de HOY

Química y arqueología se alían en la UJA para buscar nuevos datos sobre la dieta y costumbres de los íberos.

¿Era el consumo de vino entre los íberos exclusivo de la aristocracia, o por el contrario también estaba extendido entre el resto del pueblo? ¿Utilizaban la cera de abeja como sellante interno de las cerámicas, o para usos rituales o medicinales? Éstos son algunos de los interrogantes que obtendrán respuesta o confirmación gracias a la colaboración entre dos disciplinas muy diferentes pero, en este caso, complementarias.
Un equipo interdisciplinar de arqueólogos y químicos de la Universidad de Jaén (UJA), en colaboración con la Universidad de Gante (Bélgica), desarrolla un estudio en el que combinan química y arqueología para aclarar algunos aspectos de la cultura de los íberos sobre su alimentación, sus prácticas ganaderas y los usos medicinales o rituales dados a algunos alimentos y productos, como la cera de abeja, que no se han podido contrastar aún por falta de medios materiales para hacerlo.
“Podremos identificar si las grasas halladas en los materiales cerámicos son de origen vegetal o animal y, en este segundo caso, si proceden de animales rumiantes o no. Con ello podremos identificar si eran parte de la dieta, contrastarlo con los huesos hallados en los yacimientos y determinar si consumían animales que tenían en su entorno o traían de fuera. Esto nos permitirá conocer más aspectos de la dieta de los íberos. También buscaremos en las piezas arqueológicas, restos de vino y cera de abeja. Sobre el primero, si el análisis de restos de cerámicas hallados fuera de un entorno aristocrático, desvelará que contenían vino y podremos establecer que el consumo de éste era más ‘democrático’ de lo que hasta ahora pensábamos. Y sobre la cera, sabremos si se empleaba como sellante interno de las vasijas o para uso medicinal o ritual”, explica Alberto Sánchez Vizcaíno, investigador principal del proyecto.
Para ello, la investigación, que tiene una duración de tres años, se centrará, por una parte, en el análisis de pigmentos y materias primas utilizadas en decoraciones de materiales cerámicos y no cerámicos, tales como pastas vítreas o materiales de construcción. Por otra parte, se investigarán los residuos o sustancias que contenían los recipientes cerámicos y no cerámicos usados por los íberos. Para ello, emplearán varias técnicas de análisis químico que permiten estudiar un amplio abanico de materiales y pigmentos empleados que aportarán información que de otra forma no sería accesible a la investigación arqueológica.
Para el desarrollo del proyecto se han constituido dos grupos de trabajo: uno de arqueología, del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica (CAAI) y otro de química, del Departamento de Química Física y Analítica de la UJA. “El desarrollo de este proyecto supondrá un avance en la integración de los datos arqueológicos y químicos, lo que va a permitir una mejor interpretación histórica de los resultados, evitando grupos de trabajo desconectados y resultados dispersos”, señala Sánchez Vizcaíno.
La investigación, desde el punto de vista temporal, se centrará en la cultura de los íberos partiendo de sus antecedentes durante el Bronce Final-Orientalizante (siglo VII a. C.), hasta el siglo I a.C. con la configuración de la sociedad ibero-romana. En cuanto a los yacimientos que serán objeto de este estudio, financiado con 41.000 euros por el Ministerio de Ciencia e Innovación, se cuentan los de Puente Tablas, Los Turruñuelos-Baécula, Arroyovil, Piquía y Los Castillejos, todos ellos en la provincia de Jaén, y los de Tútugi, en Granada, y La Noria, en Málaga.
Extraído de Diario Digital UJA

Los arqueólogos descubren un segundo circo romano en Toledo.

Las obras de acondicionamiento del Circo Romano y su entorno, que en estos momentos está concluyendo el Ayuntamiento de Toledo, han deparado una inesperada sorpresa. Según informó ayer el edil de Urbanismo, Javier Nicolás, en la Junta de Distrito Centro, los arqueólogos han descubierto durante su excavación dos circos romanos.

En un momento dado, desveló en concejal, se hizo una ampliación sobre el circo romano inicial, ampliando en siete metros su longitud y aumentando sus gradas. Lo que se consiguió de esta forma, advirtió, fue subir el calado del equipamiento imperial, con lo que pudo acoger competiciones de una mayor categoría.


Por lo demás, la actuación municipal, licitado por 678.360 euros, ha descubierto el inicio de dos arcadas y buena parte de su espina. También ha confirmado que el circo romano toledano quedó abandonado tras la caída del imperio, y durante toda la Edad Media se utilizó de cementerio. De hecho, se han encontrado un elevado número de enterramiento, algunos de ellos superpuestos.

La actuación municipal ha llegado hasta el nivel de la arena. Pero la idea es que no concluya con el fin de las obras. Nicolás anunció la intención del Ayuntamiento de llegar a un acuerdo con la vecina Universidad de Castilla-La Mancha para que los estudiantes puedan hacer allí sus prácticas, y el espacio se convierta así en un campo arqueológico vivo.

Además del estudio arqueológico, tantas veces reclamado, la actuación está haciendo posible el no menos deseado adecentamiento del entorno. Va a sacar los coches de las ruinas, y los va a llevar a un nuevo aparcamiento más alejado. También va a crear un nuevo vial peatonal, por el que los vecinos accederán a sus viviendas.
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