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De la sirena ave a la sirena pez

La sirena con cola de pez sustituyó a la sirena alada en el siglo XI

La sirenita de Copenhague es quizá la sirena pez más célebre

En la actualidad concebimos a las sirenas como mujeres con cola de pez, sin embargo, en las Antiguas Grecia y Roma, donde se originó el mito, se las consideraba como criaturas con rostro de mujer y cuerpo de ave. Así se describen en los textos clásicos y de igual modo se representan en el arte. La sirena-ave responde a dos tipos iconográficos: se representan sirenas con cabeza de mujer o bien cabeza y pechos de mujer con cuerpo de ave.

Estas sirenas se caracterizaban por comer carne humana, habitando a menudo entre montones de huesos y excrementos. Eran seres repugnantes y malolientes. Sin embargo, su cualidad más destacada era su voz. Se creía que las sirenas eran capaces de entonar cantos seductores que resultaban irresistibles para los hombres, como se relata en el conocido episodio de la Odisea. Tan bello era el canto de las sirenas que Odiseo hace que sus hombres le aten al mástil para poder escuchar la voz de estas criaturas.

Las islas en las que se inspiró su leyenda conservan aún hoy el nombre de Li Galli. Su nombre hace referencia a las gallinas y pudo inspirar directamente la iconografía alada de las sirenas. Estas sirenas en un principio estaban vinculadas en especial a las rocas, desde las que entonaban sus cantos. Sin embargo, cada vez se hacen más volátiles, quizá por la transmisión oral de sus relatos. También es posible que influyeran las tradiciones foráneas como el Ba egipcio, entidad espiritual representada con cabeza humana y cuerpo de pájaro, mediadora entre el mundo terrenal y el divino.

En este mismo sentido, su fuerte asociación con el mar pudo llevar a la aparición de la cola de pez en las sirenas. Su relación con el medio marítimo pudo llevar a que dejasen de considerarse como seres voladores para verse como criaturas acuáticas. Su precedente formal se encuentra en los daimones marinos de las culturas orientales con torso humano y cuerpo de pez. Estos daimones hacían alusión a los temores que inspiraba el mar a los hombres, por lo que encajaba muy bien con la idea que se tenía de las sirenas.

En la Edad Media, las sirenas se representan indistintamente con cuerpo de ave o cuerpo pisciforme, a veces incluso son un híbrido entre pez y pájaro. Ambas representaciones conviven hasta que, llegado el Barroco, se prefiere la imagen de la sirena-pez, mucho más sugerente y que permite desarrollar el desnudo en el arte. Siempre conservan, sin embargo, su característica voz.

En el arte Románico, predomina la sirena con doble cola, respondiendo al interés por la simetría del arte figurativo de esta época. Estas sirenas de cola bífida normalmente sujetan cada una de sus colas con una mano, lo que tiene cierta connotación sexual. A partir del gótico, se prefieren las sirenas con una única cola, más curvilíneas, de acuerdo al gusto de la época. A partir de este momento, la sirena de una única cola es la más habitual, aunque se pueden encontrar representaciones de sirenas con varias colas en el arte del Renacimiento y Barroco.

A parte de las diferencias físicas entre la sirena-ave y la sirena-pez, también hay diferencias en cuanto a su carácter. Por lo general, las sirenas con cuerpo de pájaro son seres despreciables y repulsivos, mientras que las sirenas de cuerpo de pez son criaturas seductoras y coquetas, incluso vanidosas, que a menudo aparecen peinando sus cabellos o mirándose en un espejo, esta tradición, que proviene del arte gótico, será muy relevante en periodos posteriores, especialmente en el Romanticismo. Las sirenas-pez, además, tiene fuertes connotaciones sexuales, probablemente en relación con un deseo sexual imposible de satisfacer, tópico bastante habitual en la literatura medieval.

Bibliografía

PÉREZ SUESCUN, Fernando y RODRÍGUEZ LÓPEZ, María Victoria (1997): “Las sirenas medievales: aproximación literaria e iconográfica”, Anales de Historia del Arte, nº 7.

RODRÍGUEZ LÓPEZ, María Isabel (2006): “Dioses y demonios marinos en el mundo etrusco: creencias, espacios, significación e iconografía”, Akros, nº 5, pp. 61-70.

RODRÍGUEZ PEINADO, Laura (2009): “Las sirenas”, Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. I, nº1, pp. 51-63.

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